Hoy es mi cumple.
Es un día como cualquier otro pero hoy es especial, aunque nunca celebro mis cumpleaños. Es que ya fueron muchos años en África donde tu cumple es el mismo día anodino que cualquier otro. Allí, mucha gente no sabe su fecha de nacimiento y los que lo saben, les da lo mismo que si fuera un día cualquiera. Esto sí, que nadie nos quite la emoción del día de la fiesta nacional cuando uno parece una aspirina efervescente sumergida en el agua y todos los cuerpos vibra ante la emoción de los desfiles, y del gentío por las calles. Este sí que no es un día cualquiera.
Y sólo los ricos celebran los cumpleaños. Lo hacen para marcar su condición de ricos. Pero en general, la gente de allí, no tiene la misma idea de los cumpleaños que los de aquí. Porque aquí, este día, como dicen los blancos es “tu día”.
Mis historias de cumpleaños, parecen sacadas de un libro de Amélie Nothomb. No por la retórica de Nothomb, que yo a esto no llego pero son un poco rocambolescas.
La verdad es que yo, toda mi vida pensé que era Sagitario.
Me encantaba este signo, con su centauro. Mitad animal, mitad hombre. Con su arco y con sus flechas. Secretamente, en mi mundo, debajo de la mesa, debajo de mis desgastadas sábanas blancas con florecitas rosas o encerrada en los dibujos de mis cuadernos, celebraba mi cumpleaños año tras año, el mismo día, cada mes de noviembre. No sé de donde saque la idea. Pero yo era Sagitario. Me perdía en aquellas aventuras fantásticas, de cuentos mitológicos, que sólo tenían lugar en mi imaginación, donde los personajes míticos tenían protagonismo. Centauros, unicornios, dioses… Yo era Sagitario. Y todas las características “sagitarienses”, se ajustaban a mi graduación. Siempre que alguien me preguntaba, yo sencillamente decía: “Es que soy Sagitario”. Me lo tenía tan creído que cuando venía la fecha, yo decía a todo el mundo que era mi cumple, pero como no hacíamos celebraciones ni nada especial, nadie me decía nada y yo me encerraba en mi imaginación y disfrutaba de mi día como nadie. No recuerdo de donde me vino esta certeza. Pero estaba segura y hubiera dado mi brazo a torcer. Yo era Sagitario.
Hasta que un día cumplí 14 años. La única vez que celebré mis cumpleaños con una fiesta. Mi madre vino del pueblo, cargada de comida, de bebidas de todo tipo. Y yo me quedé toda sorprendida, cuando mis tías me dijeron: “Tenemos una sorpresa para ti. Feliz cumpleaños”. Yo me quede en choc. Era Junio. Y yo había nacido en Noviembre. Y cuando ya vi que iban en serio, fue cuando supe que no era Sagitario sino que en realidad, era Cáncer. Pasé un día raro. Después de todo, no es fácil adaptarse a un signo nuevo.
Ahora todas las características de Cáncer se me ajustan como guante, iguales que los de Sagitario. Cáncer también es místico, un signo cambiante, con historias de lunas llenas e igual de mágicas que las de Sagitario.
Hoy, creo que lo de Sagitario me vino de que de pequeña, cogí el libro de horóscopo y sencillamente elegí el que más me gustaba. Yo estaba encantada con mi signo que había elegido. No sé porque nos tenemos que regir a uno sólo, pudiendo ser lo que nos antojará. Yo era Sagitario y todas las características de Sagitario se me ajustaban. A parte de que me parecía un signo molón. Y ahora soy Cáncer y hoy es mi cumpleaños.
Ahora cuando cojo los libros de horóscopos, me flipan más otros signos entre los cuales Tauro. Y me doy cuenta que los signos no son nada más que la gente que queremos. Me gustan los Tauro porque las personas que más quiero lo son. Lo que representa realmente el signo, es la gente que hay detrás.
Y yo Cáncer, a veces, algunas noches sin luna, sigo pensando secretamente que soy Sagitario.
Qué fantástico es ser Cáncer y como tal, hoy es mi cumpleaños.
http://yaivi.blogspot.com/
Es un día como cualquier otro pero hoy es especial, aunque nunca celebro mis cumpleaños. Es que ya fueron muchos años en África donde tu cumple es el mismo día anodino que cualquier otro. Allí, mucha gente no sabe su fecha de nacimiento y los que lo saben, les da lo mismo que si fuera un día cualquiera. Esto sí, que nadie nos quite la emoción del día de la fiesta nacional cuando uno parece una aspirina efervescente sumergida en el agua y todos los cuerpos vibra ante la emoción de los desfiles, y del gentío por las calles. Este sí que no es un día cualquiera.
Y sólo los ricos celebran los cumpleaños. Lo hacen para marcar su condición de ricos. Pero en general, la gente de allí, no tiene la misma idea de los cumpleaños que los de aquí. Porque aquí, este día, como dicen los blancos es “tu día”.
Mis historias de cumpleaños, parecen sacadas de un libro de Amélie Nothomb. No por la retórica de Nothomb, que yo a esto no llego pero son un poco rocambolescas.
La verdad es que yo, toda mi vida pensé que era Sagitario.
Me encantaba este signo, con su centauro. Mitad animal, mitad hombre. Con su arco y con sus flechas. Secretamente, en mi mundo, debajo de la mesa, debajo de mis desgastadas sábanas blancas con florecitas rosas o encerrada en los dibujos de mis cuadernos, celebraba mi cumpleaños año tras año, el mismo día, cada mes de noviembre. No sé de donde saque la idea. Pero yo era Sagitario. Me perdía en aquellas aventuras fantásticas, de cuentos mitológicos, que sólo tenían lugar en mi imaginación, donde los personajes míticos tenían protagonismo. Centauros, unicornios, dioses… Yo era Sagitario. Y todas las características “sagitarienses”, se ajustaban a mi graduación. Siempre que alguien me preguntaba, yo sencillamente decía: “Es que soy Sagitario”. Me lo tenía tan creído que cuando venía la fecha, yo decía a todo el mundo que era mi cumple, pero como no hacíamos celebraciones ni nada especial, nadie me decía nada y yo me encerraba en mi imaginación y disfrutaba de mi día como nadie. No recuerdo de donde me vino esta certeza. Pero estaba segura y hubiera dado mi brazo a torcer. Yo era Sagitario.
Hasta que un día cumplí 14 años. La única vez que celebré mis cumpleaños con una fiesta. Mi madre vino del pueblo, cargada de comida, de bebidas de todo tipo. Y yo me quedé toda sorprendida, cuando mis tías me dijeron: “Tenemos una sorpresa para ti. Feliz cumpleaños”. Yo me quede en choc. Era Junio. Y yo había nacido en Noviembre. Y cuando ya vi que iban en serio, fue cuando supe que no era Sagitario sino que en realidad, era Cáncer. Pasé un día raro. Después de todo, no es fácil adaptarse a un signo nuevo.
Ahora todas las características de Cáncer se me ajustan como guante, iguales que los de Sagitario. Cáncer también es místico, un signo cambiante, con historias de lunas llenas e igual de mágicas que las de Sagitario.
Hoy, creo que lo de Sagitario me vino de que de pequeña, cogí el libro de horóscopo y sencillamente elegí el que más me gustaba. Yo estaba encantada con mi signo que había elegido. No sé porque nos tenemos que regir a uno sólo, pudiendo ser lo que nos antojará. Yo era Sagitario y todas las características de Sagitario se me ajustaban. A parte de que me parecía un signo molón. Y ahora soy Cáncer y hoy es mi cumpleaños.
Ahora cuando cojo los libros de horóscopos, me flipan más otros signos entre los cuales Tauro. Y me doy cuenta que los signos no son nada más que la gente que queremos. Me gustan los Tauro porque las personas que más quiero lo son. Lo que representa realmente el signo, es la gente que hay detrás.
Y yo Cáncer, a veces, algunas noches sin luna, sigo pensando secretamente que soy Sagitario.
Qué fantástico es ser Cáncer y como tal, hoy es mi cumpleaños.
http://yaivi.blogspot.com/