Dicen que hay sensaciones tan fuertes que quien goza de ellas, no puede olvidarlas jamás. Dicen que hay placeres tan benditos que quien los disfruta ya lo ha vivido todo. Excitaciones parabólicas y placeres penetrantes… dicen que existe todo eso. Y he buscado en la vida, he buscado en los libros, he buscado en las costumbres transcendentales este tipo de placeres que yo no he vivido jamás. Los he buscado dentro de mí. Y he mirado en mis frustraciones y tampoco los encontré. ¿Acaso me marchitaré sin sentir aquello? A mí, los orgasmos me hacen llorar…
Y de repente están al alcance de mi mano. Aceleración
cardiaca y corazón desbocado. Cuerpos arrimados y alegría encarnizada. Caballos
galopantes y respiraciones entrecortadas. Y mi vida empieza a dar vueltas y yo
giro, giro y giro en un torbellino de sensaciones y de emociones en las que me
siento perdida, confusa. Dios. A lo mejor es esto. Entonces ¿por qué no siento ninguna
culminación que me haga gritar con los ojos abiertos y los músculos tensos? ¿Por
qué no siento ninguna exaltación que me deje exhausta y con ganas de dormir? No
siento ningún gozo de esos que dicen que hacen perder la cabeza. Sólo siento
tristeza y nostalgia, dolor y pena. Sentimientos aplastadores y cruenta exaltación que me hacen dar
la espalda a mis vergüenzas y llorar como si de mi no dependiera nada. Orgasmos de pacotilla… ¿Por qué siento soledad? ¿Por qué siento debilidad y melancolía?
Quiero cosas que no tendré jamás porque lo que
tengo no me vale. Infelicidad pasional de los que no disfrutan de nada. Quisiera
sentir como sienten los demás. No creo que sientan ellos, esta amargura que siento
yo cuando mi exaltación está en su momento más alto. Quiero placeres de verdad. Quiero más. Quiero todo. Quiero gozar de todas las sensaciones, de las que he oído
hablar. Placeres desconocidos.
Sólo tengo ansias de llorar como si entrasen dentro de mí más y más
frustraciones. A mí, los orgasmos me hacen llorar...
No tengo ganas de nada y nunca quiero
que me toque nadie. Qué ganas de gritar. Mi cuerpo está dolorido por la vida y mi inconsciencia ya
no quiere desvelarme nada. ¿La vida no es más que eso o eso ya lo es
todo? Qué lástima… Desdicha de las cumbres no
alcanzadas. Me dan ganas de esconder la cabeza porque sólo soy una perdedora y
una frustrada. Una apática insensible y desapasionada. Una amargada. A lo mejor tendré que seguir buscando, tal
como hacemos todos, basando nuestra felicidad en búsquedas sin fundamentos. No
hay nada más doloroso que un orgasmo inalcanzado cuando los demás hablan de
palpitaciones, de calores y de deseos.
Tengo ganas de dejarme amar, ganas de dejarme poseer y de dejarme hacer. Tengo ganas de dejarme querer aunque yo no me quiera y no tenga ganas de mí.
A mí, los orgasmos me hacen llorar….