¡Sí! No es que no lo hubiera hecho antes, pero es que era la primera vez que me depilaba con la cera.
La cosa es que antes de venir a Europa, yo nunca me había depilaba. Unos se pensarán “¡Qué marranada!” pero no. Nada más lejos de la realidad. No me depilaba simplemente porque no tenía pelos. No tenía nada de pelos. Era lampiña como una impúber; Pelona y con una piel suave, lisa y agradable al tacto.
Pero muy pronto, las condiciones climáticas europeas hicieron mella en mi metabolismo. Empecé a tener pelo, como reacción de mi cuerpo para protegerse del frío invernal y conservar el calor de mi cuerpo. Y yo que me reía de los estereotipos de belleza, un día, un buen día, ya no colaba tanto pelo y me tuve que depilar. Tirando a lo práctico usé unas comodísimas cuchillas con las que he ido tirando hasta ayer, hasta que me convenció una amiga para depilarme con la cera. Al parecer las cuchillas hacen crecer el pelo más denso, más fuerte y más rudo. Ya decía yo…
Así que lo probé. Me depilé con la cera. Y ¡Dios mío! Qué dolor…
“No te preocupes, que no duele…” Me engañaron. Jamás en mi vida había sentido tanto dolor.
No paré de chillar como si de un matadero se tratase. Chillaba, gritaba, berreaba. Y cuando tiraba, para arrancarme pelos y pelos de años usando cuchillas, yo veía estrellas y chillaba como si de allí no iba a salir viva. Sudaba con cada gota de cera. También le agarraba de la mano a la esteticién bramándole con los ojos muy abiertos: “¡¡Esperaaaa!! ¡No tires!”. No podía parar de gritar. Estaba sudada, profiriendo improperios y llamando el nombre de Júpiter en vano. ¡Dios!
Pensé que la parte de detrás de las piernas no dolerían. Vi estrellas. Pensé que las asilas dolerían menos. Vi estrellas llameantes. En las ingles, ya era un dolor entumecedor. Ya no sabía ni donde estaba, ni cómo me pude dejar convencer. Dicen que también depilan las partes íntimas. ¿Cómo pude aceptarlo? Jamás imaginé que este dolor existía. Un suplicio inmerecido que veía venir cada vez que me aplicaba la cera.
Y cuando ya agradecía el cielo el haber acabado, me preguntó la esteticién: "¿Te hago la zona T?"
¿La zona T? Ni loca. No sabía lo que era pero auguraba dolor.
La depilación con cera es una tortura, un martirio y un suplicio. ¿Quién inventó una costumbre tan dolorosa? No entiendo que las blancas se depilen así desde temprana edad.
Lo que me hace pensar es que después de tanto tiempo en Europa, que me sigan sorprendiendo estas cosas…
Ya estoy depilada y no os podéis imaginar lo liso que lo tengo todo. Lo tengo todo tan liso que no paro de acariciarme las zonas depiladas con una sonrisita de gustirrín.
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