lunes, 4 de abril de 2016

LOS CUENTOS DEL FÂ: LA MALDAD.

 

El Fâ es el lenguaje de los dioses de la religión Vudú. Transmite como evangelios, las parábolas que rigen esta religión. Aquí va una parábola del Fâ.

“Cuidado con querer hacer daño a alguien que a lo mejor sales peor parado tú.”

Esto dice el Fâ en uno de sus signos. Y para explicarlo, sigue así...

Erase una vez dos mujeres. Las dos estaban casadas al mismo hombre en un matrimonio polígamo cargados de malos rollos y de una envidia generada por los celos de una de las mujeres. Y es que de las dos, una era muy problemática. Se veía superior a su coesposa y no la soportaba por el simple hecho de que la otra era muy alegre y todo le parecía bien.

Las dos mujeres tenían un hijo cada una.

Para unas fiestas y para alegrar a su marido, la rabiosa le regaló al hijo de la otra mujer un anillo. Lo había hecho por mera hipocresía.

Un día la mujer alegre les hizo a los dos niños una papilla de maíz con miel. Los niños se la bebieron juntos y jugando el hijo de la mujer alegre empujó al hijo de la rabiosa que acabó llorando. La rabiosa explotó y se enzarzaron las dos mujeres en una pelea. La rabiosa gritaba e insultaba. No para de chillar diciéndole a la otra mujer cosas horribles. La otra mujer fiel a su costumbre, se quedó callada esperando a que le pase aquel arrebato que había tenido otras mil veces. Pero a la rabiosa no se le pasaba la irritación. Gritaba y gritaba y como veía que la otra no le hacía caso, le pidió que le devolviera el anillo que había regalado a su hijo.

La mujer llamó al niño para quitarle el anillo pero con horror descubrió que el anillo se había quedado pequeño y que no se lo podía quitar. Hizo de todo: jabón, aceites… Pero el anillo no salía. La otra mujer no quiso ablandarse y dijo que le daba igual lo que había que hacer pero que ella quería su anillo. El desencuentro fue a tal que ni el marido pudo disuadirla y al final acabaron en casa del rey.

El rey habló con la rabiosa pero la rabiosa seguía en sus trece y que pasará lo que pasase, ella quería su anillo. Hicieron de todo para quitar el anillo pero la única solución era cortarle el dedo al niño. La madre del niño lloraba y suplicaba pero nada. La rabiosa quería su anillo. Y el rey ordenó que le cortasen el dedo al niño. Y se lo cortaron.

La madre del niño sintió el dolor de su hijo y al ver que la rabiosa sonriendo recogía su anillo le dijo al rey.

- “Esta mañana le hice una papilla a su hijo y también quiero mi papilla. Que me lo devuelva. Y si a mi hijo le han cortado un dedo por un anillo, quiero que a su hijo se le abra la barriga y que me devuelva mi papilla…”

Y le abrieron la barriga y el niño se murió.

Y el Fâ dice que cojamos la moraleja de las metáforas. Que si le quieres hacer daño a alguien no vayas a salir tú peor parado. La maldad es como un boomerang. Siempre vuelve a su remitente…


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lunes, 28 de marzo de 2016

EL NIÑO Y EL SABIO.



Erase una vez un niño que hablaba con un sabio.
Dicen las lenguas del Antiguo Dahomey que sólo los niños que saben lavarse las manos pueden comer con los mayores. Y parecía que este niño, a pesar de su testarudez, sabía comportarse y por esto el sabio discutía con él… dándole consejos pero el niño parecía ver más lejos.

- Tienes que preguntar siempre antes de coger algo que no es tuyo, le dijo el sabio al niño.

- ¿Por qué? Preguntó el niño.

- Porque así verán que eres un niño muy bien educado.

- ¿Y también dices que tengo que tratar a todo el mundo con respeto?

- Porque sólo así te tratarían con la misma deferencia.

- ¿Y por qué tengo que dar las gracias por todo?

- Porque sólo así valorarás a quién no te las de.

- Y tengo que obrar para la comodidad de los demás.

- Si. Porque esto es empatía. Y las opiniones son más indulgentes con los que piensan en los demás.

- Pero ¿y si los demás no son así?

- Compararse con los demás es devaluarse.

- ¿Y por qué dices que la sinceridad es ley?

- Porque la sinceridad con un poco de inteligencia, te permitía ser un más en cualquier sitio.


Y el niño creció y vio mundo.

Se dio cuenta de que la gente abusaba de las palabras “Siempre” y “Nunca”. Que los reproches eran biblias y que la compasión no tiene nada que ver con la fe hipócrita que procesan algunos. Los principios que su sabio mentor le había prodigado le parecieron arcaicos en este mundo en el que la gente no respetaba ni las palabras. La sinceridad a veces te aleja de los que quieres y adular a los reyes es símbolo de éxito.

El niño se dio cuenta de que al sabio se le había olvidado decir que la bondad no paga bien en todas partes. El amor tiene unidades de medida y darlo todo tampoco era antónimo de fracaso.

Y se preguntó para qué se le llamaba a aquel hombre “Sabio”.

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lunes, 21 de marzo de 2016

MI BONITO PUEBLO.


Os prometo que yo estuve en un sitio así... Como comprenderéis me enamoré... No sabéis la tranquilidad y la serenidad que se respira en estos lares. No sabéis a lo que saben las siestas y las historias que salen directamente de la tierra. Y sólo me viene a la mente, aquel poema de Frederique M. Bataille: "¿Connais-tu mon beau village?" que decía...

"Conoces mi bonito pueblo?
El que se mira en un río claro?
Encuadrado por el follaje
Parece un nido de pájaro.
Mi casa en la sombra
Me sonríe como una cuna
Conoces mi bonito pueblo...? "

Me gustan los campos abiertos y los árboles antiguos que comparten historia con una tierra fuerte. Me gustan las casas abandonadas que hablan de una nostalgia vivida. Me gustan los lugares místicos y las miradas que sonríen. No hay nada mejor que las tierras infinitas y las historias entrañables. La inocencia de gente que debería saberlo todo y la madurez de unos niños que han vivido mucho. Me gustan mi gente y mis cosas.No quiero conocer mundo. Lo que yo quiero es conocer personas. Son las personas las que hacen un mundo... Mi mundo.

Para Thomas. Mi dios...

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lunes, 14 de marzo de 2016

LA BENINESA.



Benín es un pequeño país del África del oeste que baña sus pies en el océano atlántico y reposa su cabeza en la arena del Sahel. Un país peculiar con muchas curiosidades. Los originarios de Benín son Benineses. Pero esto no tendría ninguna singularidad si no fuera que la mujer de Benín se llama igual que la cerveza. La Beninesa.

Sí. La cerveza de Benín también se llama “La Beninesa” o dicho en francés: "La Béninoise"

Está fabricada por la SOBEBRA, la Société Beninoise de Brasseries, sea la Sociedad Beninesa de Cervecerías. Es la cerveza más bebida en todo el territorio beninés y en muchos otros países del África más occidental. Tiene como valor más o menos un euro en los grandes comercios y tiene varias capacidades. La botella grande es de 0,65 Cl y la pequeña de 0,33 Cl. Y es fuente de muchas bromas por su nombre. Por lo que si pides une beninesa, todos te harán la misma broma, guiñándote un ojo con sobreentendidos, insinuaciones e indirectas claras.

- Quiero una beninesa

- ¿Cuál…? ¿La que lleva pareo o la que está en botella?


El eslogan de la Beninesa es “Más que una cerveza, nuestra cerveza”

Pues esto. Viva la Beninesa. No. La de botella no. La bonita que lleva un pareo multicolor y que anda riéndose con una voz ronca.

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lunes, 7 de marzo de 2016

LAS TRENZAS CON HILO.

 

Las modas cambian y las cosas se van, otras vuelven y algunas pues se pierden. El pelo de las negras, bien sabido ya es que es un pelo peculiar con una geometría y una física propia. Es enmarañado, encrespado y kinky. Pero estos adjetivos sólo cobran carácter peyorativo si llegamos aquí a Europa donde el cuidado del pelo africano, que no afro, sólo es reservado para gente con un poder adquisitivo alto.

Las trenzas africanas datan de la época de la civilización Nok. Una cultura que apareció en Nigeria en 500 años A.C y que desapareció misteriosamente al final del primer milenio de nuestra era tal como lo dice Wikipedia, dejando un legado histórico bastante más avanzado que las otras civilizaciones de aquella África de entonces.

Trenzarse en África es tan habitual que a veces es un juego de niñas en el que una se sienta en las piernas de otra y llegan a veces a una cadena de cuatro a cinco personas. Hay miles de tipos de trenzas, pero la que causó furor en la juventudes en la época de antes de la coyuntura y de cuando nuestras abuelas eran pequeñas, son las trenzas con hilo.

Las trenzas con hilo se pueden hacer con unos hilos que se llaman “hilos de nylon” y que son de plástico o con hilos de Ghana. La única diferencia es que los hilos de Nylon brillan más. El pelo se recoge por mechones. Se coge el hilo y se enrolla alrededor del mechón pero apretándolo con una maestría y una manera específica. Las trenzas con hilo ayudan al crecimiento rápido del pelo y no lo dañan y ayudan el pelo a estirarse sin calor. Ayuda a mantener el pelo limpio y aireado.

Hay miles de tipos de tranzas con hilo. El sencillo son los mechones rectos que se llaman “arboles“o “Atin” en el antiguo Dahomey. Los nombres eran varios:”Kanda” “Akouété”… Cada uno indicando una variedad particular que combina efectividad y calidad. Trenzas que se hacían los domingos para poderlos lucir en el cole durante la semana.

Hoy en día este tipo de trenzas que en su momento fueron trenzas de reinas y de mujeres líderes, ahora sólo son para criadas y para gente que no tiene medios para ofrecerse extensiones naturales o sintéticas. Incluso a veces quienes lo llevan son dianas de burlas por parte de gente “moderna” que los consideran arcaicos, retrógrados y de pueblerinas. Una pena.

Pero tengo que decir que fueron tan popular que no se ha hecho trenzas de hilo en África no ha tenido infancia…

Ojalá me las haga pronto.


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lunes, 22 de febrero de 2016

EL BUNTU.

 

El Buntu o “Bountou” en el idioma Fon es un juego al que han jugado todas las niñas de Benín... Un juego de sumas, de restas, de cantos y de saltos que sólo ganaban las más avispadas. Había que ser rápida, intuir qué paso iba a dar la contrincante e anticiparse a su juego para ganar. El Buntu también lleva palmas, palmas acompasadas con la canción del juego y con el paso que hay que dar.

Para jugar al Buntu simple, cada una escoge un signo entre el “+” y el “-“ y se colocan una frente a la otra. El “+” significa que las dos contrincantes, sacan piernas distintas y el “–“que sacan la misma pierna. Se juega en 7 tiempos acompañados con las palmas, los saltos y la canción:

 “Pam  pam  pam. Elé  wô.  Elé  févi.”
    1      2       3       4     5      6     7
  • Se hacen 3 palmas en: 1 – 2 – 3
  • Se golpea la cadera en: 4
  • Otra palma en: 5
  • Otra vez cadera en: 6
  • Y la última palma acompañada de un salto que se acaba echando la pierna hacía delante en: 7  
Cuando el juego pilla cadencia, ya no son necesarios los pasos 1 – 2 – 3. Se puede estar haciendo los 4 últimos pasos hasta que una de las dos quede agotada. El Buntu es ritmo frenético, sudor, gritos y risas, muchas risas.
Jugábamos a dos, a tres o a mil. Cuanto más éramos, más divertido era el juego. Entonces hacíamos dos grupos o un circulo con una chica en medio, que tenía que ir ganando y sumando puntos porque sino era reemplazada por otra. Había principiantes, había expertas pero todas con ganas de reír. Lo importante era ir sumando puntos ganando y anticipando la pierna que la otra iba a sacar...

Un juego que era tan adictivo que decían que quien se prestaba a ello no estudiaba jamás. Decían que amuermaba las capacidades del buen estudiante. De allí la canción del mismo juego que dice:

“Bountoun man yin lesson
E zin zin to yê. E e zin zin to yê”

Que viene a decir:

“El Buntu no tiene nada que ver con los deberes.
E zin zin to yê. E e zin zin to yê”

Aunque hay que reconocer que las expertas en Buntu no estudiaban mucho, ni se sabían las lecciones ni hacían los deberes... Sí el juego enganchaba mucho.

Ay el Buntu…

Era un juego tan divertido que es una pena que ahora con los móviles, ya no sea habitual oír el coro de las chicas cantando aquellas canciones que a mi generación nos lleva a nuestra infancia. Yo a mis hijos les enseñaré el Buntu, el Béa, el “Mori Monba Tuni”, el “Kokokoko Manya Zinkpo Dé”, el “Agban houé … Les enseñaré todo esto que para mí, es tan valioso.

Ojala no se me olvide jamás nada.

Nada de aquellos días de niñez en los que lo único que queríamos era merendar rápido e ir a conquistar el patio con las amigas y jugar al escondite a la luz de la luna . Aún oigo nuestras risas, aún oigo nuestra inocencia. Tantas horas de recreo, tantos rincones con historia y tanta gente que recordar… Ojalá mis niños tengan algo de aquella niñez que yo tuve. Éramos pobres, pero no nos faltaba de nada. No pasábamos hambre y nuestros días eran tan intensos y tan ocupados que nuestras madres tenían que luchar contra nuestro sueño para darnos de cenar.

El Buntu es la marca de una generación. La mía.

jueves, 19 de noviembre de 2015

REFRANES DE AMISTAD.

 

La amistad es el mejor de los sentimientos.

Dicen las leyendas del antiguo Dahomey que en la noche de las edades, las mofetas no olían mal.

Erase una vez, dos amigos. Erase una vez, una mofeta y una rata de campos. Y las dos eran amigas, muy amigas. La mofeta, muy concienciada era comerciante y viajaba de por el mundo en busca de productos para vender. La rata era más inquieta. Le daban igual las cosas y siempre se entrometía en todo. A pesar de ser tan diferentes, las dos ratas tenían una amistad brillante. Las dos amigas vivían en el mismo pueblo.

Un día que la mofeta comerciante se disponía a irse a la gran ciudad en busca de productos para vender, su amiga, la rata, quiso acompañarla pero la mofeta se negó. El camino era largo, eran varios días de marcha. Además, en la ciudad había mucha gente, más del que su amiga había visto jamás en su vida y al no estar acostumbrada, podría perderse o ponerse nerviosa. Y como conocía su amiga, la mofeta se negó. La rata la suplicó y la suplicó pero la mofeta se negó. Rotundamente, se negó.

El día del largo viaje, se despidieron y la mofeta empezó su viaje para llegar a tiempo a la ciudad para el día del gran mercado. Después de unos cuantos días caminando, la mofeta notó que alguien la seguía. Presa de pánico, se escondió para escarparse de quien ella pensaba era un depredador. Para su gran sorpresa, quien la seguía no era más que su amiga la rata. La mofeta se enfadó muchísimo y su amiga la suplicó y la suplicó otra vez para que la dejaran acompañarla... Ya tan lejos de casa, la mofeta no pudo más que aceptar que su amiga hiperactiva, la acompañará. El camino a dos sería más agradable y su amiga podría cumplir su ilusión pero de todas maneras, cauta, la mofeta le dio a su amiga unas cuantas pautas respeto al mercado en la ciudad. Le prohibió tajantemente acercarse a las mercancías ajenas o meterse por todos los rincones del mercado. La rata le prometió a su amiga que “Si” y que se portaría bien. Y allí juntas, las dos amigas siguieron caminando.

Muchos días más tarde, llegaron al mercado. La rata, en cuanto llegaron se quedó deslumbrada por la cantidad de gente y sobre todo por la cantidad de víveres y de alimentos expuestos en el mercado. Había de todo. Dulces, salados, picantes... Y sin poderse resistir, la rata se metió en medio de un puesto de galletas y se puso a comer. Allí había queso. Lo probó. Azúcar. También lo probó. Frutas. Insectos. Plantas. Huevos… de todo probó la rata glotona e insaciable. Y cegada por la gula y la desvergüenza, iba robando de aquí y de allá comiendo sin parar. La gente del mercado molesta por la rata ladrona empezaron a darle caza. Palos por aquí, palos por allí a gritos de “¡Ladrona!” hasta que al final un palo enorme cayó encima de nuestra amiga y la mató en el acto aunque dándole el tiempo de hacer una última deglución.

La mofeta, que ya había perdido de vista su amiga hacía rato, empezó a buscarla llamándola a voces. Después de buscarla por mil rincones del mercado, acabo encontrándola en un charco de sangre. La pobre mofeta impulsada por el sentimiento profundo de su amistad, recogió el cadáver de su amiga para llevarla de vuelta al pueblo para que sus familiares le diesen sepultura.

El camino de vuelto fue durísimo. Con el cadáver de su amiga a cuestas, la mofeta llorando se arrepentía de haber aceptado que la acompañara. “Fue culpa mía” se repetía una y otra vez. Era tan largo el camino que al cabo de unos días, el cadáver de la rata empezó a pudrirse. También llovió y la lluvia empapaba a la mofeta con el olor desagradable del cadáver pero la mofeta se negaba a abandonar el cuerpo sin vida de su amiga.

Y cuando llegó al pueblo la gente la miraba señalándola con la mano o tapándose la nariz. La mofeta olía tan mal que nadie quería acercarse a ella. Putrefacción y descomposición. Y sin poder explicar su versión de los hechos, la acusaron de haber mayado a su amiga la rata.

Y dicen que por esto hasta el día de hoy, las mofetas huelen tan mal.

En el Antiguo Dahomey, los sentimientos de querer o de odiar se dicen con un sentido tan primario como el olfato. Para decir “Te quiero” se dice “Me gusta tu olor”. Sentimiento elemental desde la noche de los tiempos cuando nuestros antepasados ya sabían que el amor era cuestión de sentidos. Por lo mismo. alguien cual olor no le gusta a nadie significa que nadie le quiere.

Y allí se quedó la mofeta con su olor que no le gustaba a nadie, con su sentimiento de culpa y juzgada por todo el mundo. Desgracias que no vienen impuestas por gente a los que ya advertimos.

La amistad es el mejor de los sentimientos.

Proverbios de amistad:

  • “La amistad no es una tutela.”
  • “Un amigo vale más que un hermano”
  • “Un enemigo franco, vale más que un amigo falso.” 
  • “Quien no tiene amigos, muere pobre”
  • “Vivir sin amigos, es morir sin testigos” 
  • “La amistad es más que cualquier otro sentimiento humano.”
  • “Una buena compañía vale más que una buena comida”
  • “Tu enemigo también puede ser  tu amigo cercano”
  • “Hazte el muerto y sabrás quien te quiere de verdad”
  • “Creerse más inteligente que su amigo, es comprometer la amistad” 
  • “Dar amistad a quien quiere amor, es como dar pan a quien se muere de sed”
Para Jessica, con toda mi amistad. 

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lunes, 16 de febrero de 2015

CUANDO DUERMES...


A veces, por la noche cuando duermes me acerco a ti para notar tu respiración.
A veces cuando duermes, escribo mil palabras en tu barriga y te hago mil cosquillas haciendo bailar mis dedos sobre tu cuerpo.
A veces cuando duermes, te abrazo por la espalda y te doy besos en el corazón.
Y a veces me quedo quieta, cuando de repente cambia tu respiración. Inspiración muda y suspiros.

Es cuando tú duermes que yo sueño; con los ojos abiertos y con una enorme sonrisa.
Sueño con cosas que nunca me dirás, cosas que me encantaría oír de ti.

A veces cuando duermes, lloro. Lloro porque me pesa la vida.
A veces cuando tú duermes, me puede todo. E infinitas veces he temido que mis sollozos te despertasen.
A veces cuando tú duermes, analizo mis fracasos y mis pocos éxitos. Veo mis ansias de que llegues a casa y el temor de que me veas tal como yo me veo a mi misma.

A veces cuando duermes, te abrazo exactamente como a ti no te gusta y te imagino gruñendo.
Tú no lo sabes, pero cuando duermes me vuelvo gamberra, traviesa y pícara. ¡Sí! Cuando duermes te hago todas aquellas cosas que con este aire tuyo señorial, me instas a no hacer.
A veces, pienso que te vas a despertar y vuelvo a sonreír cuando te noto tranquilo y con la respiración acompasada.

A veces cuando duermes, me vuelvo tuya y me pego toda a ti. Rememoro aquellas conversaciones tan bonitas que teníamos. Las repaso. Y repaso tus risas y tus payasadas que tanto me encantan.
A veces cuando duermes, pienso en ti. Pienso en cómo hemos cambiado y también en aquel “¿Qué será?” que me aterra.

Y lo que no sabes es que cada noche, abrazada a ti, mi última convicción antes de entregarme a los brazos de Morfeo es que justo aquí es donde yo quiero estar. 

Abrazada a ti…

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lunes, 1 de diciembre de 2014

EPIDEMIA.


¡Querida familia!

Os escribo esta carta sólo para daros la buena nueva.

Ha llegado la enfermedad en el país de los blancos. Sí. Ya hay casos de blancos contaminados por aquel virus tan cruento y tan letal. Y por lo menos ya podemos respirar tranquilos porque esto quiere decir que ahora van a buscar un remedio para esta enfermedad. Lo que pasa en casa del pobre no tiene ninguna relevancia. Este mundo es así. Un blanco enfermo vale más que mil negros moribundos. No veáis todo lo que maniobraron, no veáis el despliegue de medidas, no veáis cómo estaban todos de exaltados por el miedo. Todo el país en alerta máxima por un enfermo cuando para miles de muertos nuestros, no hay ni un suspiro. Todo un continente pendiente de un blanco enfermo de aquel virus que a nos tenía en jaque muerte tras muerte, cunado los blancos miraban hacía otra parte teniendo más medios que nosotros.

Así que ya podemos estar más tranquilos. Ahora sí. Hoy es día de alegría para nosotros porque hay un blanco que tiene nuestra enfermedad. Y esto quiere decir que ahora nos mirarán. Ahora se interesarán. Ahora buscarán el remedio. Este blanco enfermo es nuestra solución.

Decídselo a todos los del pueblo para que por fin asome un poco de esperanza. Decídselo para que un viento de optimismo sople en este campo de desesperación. Gritad a los cuatro vientos que los blancos también tienen la enfermedad. Si el león se come al hijo del pobre, los ricos mueven la cabeza de exasperación al pensar en la dejadez del pobre. Pero si el león se come al hijo del rico pues dan caza al León. Siempre ha sido así. Sólo se toman medidas cuando los ricos tienen problema. Bendito sea aquel blanco que nos ha salvado. Tenemos que estar agradecidos. Hablad con el Rey para que pongan su nombre a nuestra plaza principal porque este blanco enfermo es nuestra salvación.

Celebradlo familia.

Adiós.

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jueves, 30 de octubre de 2014

LA DEPILACIÓN.


Ayer, por primera vez, me depilé.

¡Sí! No es que no lo hubiera hecho antes, pero es que era la primera vez que me depilaba con la cera.

La cosa es que antes de venir a Europa, yo nunca me había depilaba. Unos se pensarán “¡Qué marranada!” pero no. Nada más lejos de la realidad. No me depilaba simplemente porque no tenía pelos. No tenía nada de pelos. Era lampiña como una impúber; Pelona y con una piel suave, lisa y agradable al tacto.

Pero muy pronto, las condiciones climáticas europeas hicieron mella en mi metabolismo. Empecé a tener pelo, como reacción de mi cuerpo para protegerse del frío invernal y conservar el calor de mi cuerpo. Y yo que me reía de los estereotipos de belleza, un día, un buen día, ya no colaba tanto pelo y me tuve que depilar. Tirando a lo práctico usé unas comodísimas cuchillas con las que he ido tirando hasta ayer, hasta que me convenció una amiga para depilarme con la cera. Al parecer las cuchillas hacen crecer el pelo más denso, más fuerte y más rudo. Ya decía yo…

Así que lo probé. Me depilé con la cera. Y ¡Dios mío! Qué dolor…

“No te preocupes, que no duele…” Me engañaron. Jamás en mi vida había sentido tanto dolor.

No paré de chillar como si de un matadero se tratase. Chillaba, gritaba, berreaba. Y cuando tiraba, para arrancarme pelos y pelos de años usando cuchillas, yo veía estrellas y chillaba como si de allí no iba a salir viva. Sudaba con cada gota de cera. También le agarraba de la mano a la esteticién bramándole con los ojos muy abiertos: “¡¡Esperaaaa!! ¡No tires!”. No podía parar de gritar. Estaba sudada, profiriendo improperios y llamando el nombre de Júpiter en vano. ¡Dios!

Pensé que la parte de detrás de las piernas no dolerían. Vi estrellas. Pensé que las asilas dolerían menos. Vi estrellas llameantes. En las ingles, ya era un dolor entumecedor. Ya no sabía ni donde estaba, ni cómo me pude dejar convencer. Dicen que también depilan las partes íntimas. ¿Cómo pude aceptarlo? Jamás imaginé que este dolor existía. Un suplicio inmerecido que veía venir cada vez que me aplicaba la cera.

Y cuando ya agradecía el cielo el haber acabado, me preguntó la esteticién: "¿Te hago la zona T?" 

¿La zona T? Ni loca. No sabía lo que era pero auguraba dolor.

La depilación con cera es una tortura, un martirio y un suplicio. ¿Quién inventó una costumbre tan dolorosa? No entiendo que las blancas se depilen así desde temprana edad.

Lo que me hace pensar es que después de tanto tiempo en Europa, que me sigan sorprendiendo estas cosas…

Ya estoy depilada y no os podéis imaginar lo liso que lo tengo todo. Lo tengo todo tan liso que no paro de acariciarme las zonas depiladas con una sonrisita de gustirrín.

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