martes, 30 de marzo de 2010

TODOS PASAREMOS POR ALLÍ...


No somos nada.
Ya lo decía la canción: “...Sólo venimos a cumplir los días que se nos otorgaron. Vivimos en la oscuridad porque no sabemos lo que nos reserva el futuro…”
Ayer me llamó una amiga y me explicó que su abuelo estaba enfermo y que había llegado a un punto en que no se podía valer por si mismo. Y al final me dijo: “Imagínate si él, tuviera que pasar por todo esto, sólo, sin nosotros, sin su familia...”

En este país, hay muchas residencias, residencias de la tercera edad. Para mi la Residencia en si, me despierta el mismo interés turístico que una construcción del renacimiento o una efigie de una personalidad histórica. Me llama tanto la atención que cada vez que paso por delante de una residencia, me paro a mirar. Veo los viejos sentados, meditando, aburridos y solos. En mi vida había visto algo semejante. Viejos aparcados allí, como en el cimenterio de elefantes. Me da un poco de vergüenza reconocerlo, pero es verdad que me paro a mirarlos descaradamente. Me quedo mirando y me imagino cuales debieron de ser sus vidas. Viejos que ya no se valen por si mismos y dependen absolutamente de otros. Viejos quietos, sombras quietas, sin nadie a quién explicar sus vivencias, sus experiencias...
Hombres viejos, mujeres viejas, pero que también fueron jóvenes, gente que había hecho viajes, que alguna vez tuvieron ganas de comerse la vida, gente que caminaba kilómetros, que corría, gente animada. Y míralos… Sombras de sus sombras, quietos, y más de uno, ya ido. Lo más destacable no es que fueran viejos o que estuvieran quietos, sino que estaban solos. Una soledad que ya se les nota en los gestes, en la cara, en las sombras… Ancianos, rodeados de gente que no conocen, sombras quietas.
¿Qué había hecho mal esta gente para acabar solos?, igual que muchos viejos que mueren o acaban sus vidas, solos. ¿Por qué? ¿ Qué han hecho mal? ¿Acaso no tienen familia? ¿Acaso no estuvieron con sus hijos para que ahora sus hijos no estuviesen con y por ellos? Me da pena y me pone triste.

Yo no sé lo que hay que hacer para no acabar así. Sólo sé que como dice el proverbio, “El viejo se calienta con el fuego hecho con todas las leñas que recogió en su juventud.”. Aquí la leña se refiere tanto a Experiencias como a Gente. A lo mejor, todos ellos no recogieron suficiente leña como para calentar su vejez. No procuraron enseñar a sus hijos la importancia de la familia, la importancia de los lazos, de la sangre, no se lo curraron lo suficiente como para tener ahora a su gente con ellos. A lo mejor solo impulsaron una vida de independencia familiar, una vida de aislamiento, de individualismo, que es lo que promueve esta sociedad.

Es muy importante hacer reuniones familiares, enseñar a los hijos la importancia de los primos, de la familia lejana, de la familia cercana e incluso si hace falta, de la familia “manga larga”… Intentar hacer ver a los pequeños, la importancia de la familia. Sólo así, a un hijo se le parte el alma al pensar que sus padres deben de estar solos, o peor… quietos. Al fin y al cabo, la familia es la única que se queda al final de la tarde...
Hay que intentar mantener unida la familia, como la de mi amiga que cada dos por tres, se encuentran todos. O como otro amigo mío que cada domingo va a ver a su abuela, pase lo que pase, seguramente porque alguien se encargó de enseñarle que la familia es importante, que la abuela es importante. Eso dice mucha a favor de las personas y me alegro que formen parte de mi círculo. Parece una tontería pero todo esto hace que esos ancianos no se encuentran solos, ni tienen que pasar por su larga tarde solos, como sombras quietas.

¿De qué nos sirve cuidar de unos hijos, darlo todo por la familia si al final nos dejarán en un sitio con gente que no conocemos? Ya sé que no hay más remedio por la sociedad en la que vivimos, pero es que a mucha gente ya le va bien esta situación. Así se quitan de encima a sus padres, a sus abuelos o lo que fuese.

Cuando se es viejo, el cuerpo ya no tiene los muelles pulidos, ya no se tiene el vigor y la fuerza de antes, ni las ganas. Todo cuesta. Uno se vuelve dependiente de los demás. Y es aún más difícil si tienes que lidiar con todo solo, en una soledad amarga y dura. Una soledad que apaga y entumece los órganos y que hace que uno desaparezca sin dejar huellas. No es algo que tengamos que vivir solos.

Todos tenemos miedo de llegar a este momento y a estar solos. Pero entretanto vamos vagando por el mundo, aislándonos en gente e en amistades efímeras, individualizándonos, rehuyendo de la familia, haciendo nuestras vidas que no incluye a nadie más.

La vejez es la tarde, la tarde noche de nuestras vidas. Es sólo en este momento cuando nos planteamos todo lo que nos ha pasado en nuestro largo viaje de vida. Y plantearnos si lo hicimos lo mejor que pudimos.
Por esto tenemos que cuidar las cosas que de verdad importan para tener la suerte de, cuando seamos viejos, sentarnos y tener a nuestro alrededor la gente que quisimos, a los que queremos y que también nos quieren y a quienes enseñamos desde pequeños, desde siempre, las cosas importantes de verdad.

Todos pasaremos por allí.

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martes, 23 de marzo de 2010

ESCRIBIENDO LIRAS...


La Lira es un tipo de estrofa de cinco versos de la métrica española e italiana, compuesta de tres versos heptasílabos (siete sílabas) y dos endecasílabos (once sílabas) con la siguiente disposición: a7 ,B11 ,a7 ,b7 ,B11.
Esta, es una lira con oyentes. La oradora la recita con un coro de gente que van haciendo interjecciones como el “Oh” de indignación, del segundo verso de la octava estrofa, o el “Ale” de admiración a Pegaso…

¿Y de mí quien se apiada?
¿Odio? ¡Pues no! juicios como solfeos
Me deja apabilada1,
Con gritos y abucheos,
Que el mundo no tenga sus compaseos2.

Yo quiero escribir liras,
Aunque me cueste aliento, ¡y más!3 Tiempo.
Rimas, versos y sátiras...
Examinando el tempo,
E intentar no rimar a contratiempo.

Semántica no exigua,
Como lo hacían Mecenas y Cilio,
Para la Roma Antigua.
¡Uf! Necesito auxilio.
¡Ah!4... Orar al latín, lengua de Virgilio.

Que ¿Qué diría Horacio?5
Pues que soy más bisoña6 que Mirtale7.
Pero es que en mi prefacio8,
No he ni a Pegaso9, ¡Ale!
10
Ni tengo a Virgilio y Mecenas. ¿Vale?11

Mis versos nacen míseros.
Aunque me miré todo el cartapacio12
De Voltaire, letreros,
Y verso ferecracio13
De... ¿para que volver a hablar de Horacio?


Odas, de Hugo, de Pierre14,
Me mire, Odas de la Antigua Grecia,
Y ¿cómo no? Moliere.
No deje de ser necia.
Mis versos no llegan ni a ser facecia15.

Mis versos yacen frívolos
Y harían reír hasta a los discípulos
De Sófocles. ¡Dipolos!16
Y eso, sin disimulos,
De mis esfuerzos obtusos y nulos.

¡Pedantes! ¡Filisteos!17
¡Pedagogos!18 ¡Oh!19 Pues no... no os riáis tanto,
De todos mis tanteos.
¡Que no tendréis mi llanto,
Y en mí, no sembraréis el "desencanto"!20

Y que no me zahieran21
Que aún más se jactó Belerofonte22
Queriendo que le vieran,
Hombre ávido y bifronte.23
Raudo, Zeus le hizo caer de su monte.

¡Quiero vivir la prosa!
Versos roncos, pero con simetría,
Retórica arteriosa.
Rogar Polimnia24 al día,
Para que no erre la prosodia25 mía.

Quod lux leatitia est
Verbum, Lingua, Fumus et Umbra sum
Sic mea vita est.
Ars absente nil sum.
Pathos26, tuo sine il lumine quid sum?

Ego sum poèta. Parce?
Ecce! Ego versum recitò et numerò
Tanquam Iupiter27 tace,
Pax, bonum, lucem spero.
Silens loquor, audio, oro et laboro.

Esto es un adelanto.
¡Eurípides!, ¡Sófocles! ¡Más! ¡Homero!
Grandes hombres del "Canto"28
Que más de uno era artero29.
Y yo admiro el espíritu balero30.

Versos de antaño y yedra31
Cuando Voltaire hablaba de Merope,
O Racine de Fedra,
¡Amores al galope!
Y Moliere de Cathos32. Dulce arrope33...

Versos apasionados,
Como los de Corneille y Moliere. Mas
No tan clásicos, fiados
Y sencillos además,
Como los de Racine y Voltaire. ¿Más?34

Sentir, ver, compartir...
Lengua, herramienta de pensamiento
Para retransmitir
Pasión y sentimiento
Quiero escribir liras, con ardimiento.

1 Apabilada: el sentido que le da la oradora es “extenuada”, por los juicios severos (como solfeos) emitidos a su obra, por esto habla de “gritos y abucheos”. La oradora oye de verdad los gritos y los abucheos, y da por supuesto que el lector también los oye.
2 Compaseos: es porque la oradora se piensa que los gritos y abucheos son de gregarios, de gente sin opinión que le abuchea porque lo hacen los demás, por esto habla de compaseos (ritmo).
3 Grita “¡Y más!” Para mostrar su determinación.
4 Esta lira es una “Oración” con oyentes que participan en ella. En algún momento de la Lira, los oyentes emiten interjecciones. Es el “Ah” de los oyentes implacables, porque la oradora dice que necesita auxilio. Los puntos suspensivos que siguen son porque la oradora mira a los oyentes.
5 La referencia a Horatius es constante por la admiración que le tiene la oradora.
6Bisoña: inexperta
7 Mirtale es la esclava de la que estaba enamorado Horacio.
8 La oradora hace muchas metáforas, como la del “prefacio” . Aquí Prefacio se refiere a Pasado y Vida.
9 Aquí, explica porque los versos de ella no son tan pulidos como los de Horacio del que dicen que Pegaso (caballo alado) les murmuraba versos y que tenía como amigo a Cayo Mecenas y Virgilio, grandes poetas de la Roma Antigua.
10 “Ale”, muestra la admiración de los oyentes a Pegaso.
11 Todo esto se acompaña también de la rabia de la oradora, de allí el “¿Vale?” del último verso de la cuarta estrofa.
12 Cartapacio: cuadernos.
13 El verso ferecracio es un tipo de versos muy presentes en la poesía griega y latina
14 La oradora menciona a Hugo (Victor Hugo), a Pierre ( Pierre de Ronsard )
15 Facecia: chiste
16 También aquí, hay más interjecciones. En algún momento, uno de los oyentes Grita: “¡Dipolos!” cuando la oradora habla de los discípulos de Sófocles.
17 Cuando habla de “filisteos”, habla de los burgueses, ignorantes.
18 Y los Pedagogos representan el cuerpo que juzga porque se piensa que sabe.
19 El “OH”, de la octava estrofa, justo después de “¡Pedagogos!”, refleja la sorpresa y la indignación de los pedagogos presentes entre los oyentes.
20 El desencanto representa la Desilusión.
21 Zaherir, como ultrajar, ofender, despreciar.
22 Belorofonte, era un héroe de la mitología griega, cuyas mayores hazañas fueron matar a la Quimera y domar al caballo alado Pegaso. Quería subir al Olimpo, pero Zeus envío un aguijón picar a Pegaso y no pudiendo tranquilizarlo, Belorofonte se cayo de su montura, al vacío.
23 Belorofonte era ávido y la oradora le representa como hombre de doble cara.
24 En la mitología griega, Polimnia es la musa de la lírica, de la poesía y entre otras cosas, de la retórica.
25 Prosodia: ritmo musical de una expresión oral. Acento, intonación...
26 Pathos, representa los sentimientos.
27 Iupiter es el latín de Júpiter. Es el Dios que escoge la oradora
28 “Canto” como arte de Orar.
29 Artero es astuto, pero aquí se usa como la astucia del arte
30 Balero se usa en un sentido figurado que quiere decir inteligente
31 Cuando habla de Yedra, lo hace por la forma de corazón de las hojas de hiedra (o Yedra).
32 Merope, Fedra y Cathos son personajes de los libros respetivos de Voltaire, Racine y Moliere.
33 Arrope toma consistencia de Amor.
34 la orada recite “…Mas, no tan clásicos sencillos además..:” muy rápidamente, como agobiada por esto, al final, pone la interjección “¿Más?” porque parece que el público está esperando más diferencias.


* Versos en Latín: Porque la luz es alegría, Verbo, lengua humo y sombra soy. Así es mi vida. Sin arte, no soy nada. Pathos, sin tu luz ¿qué sería yo? Yo soy poeta. ¿Perdona? ¡Mira! Recito versos y les numero. Como Júpiter calla, Paz, bien, luz espero. Hablo en silencio, escucho, rezo y trabajo

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miércoles, 17 de marzo de 2010

EL "DÉLESTAGE".


Hace poco, por culpa de la nieve, muchas regiones del nordeste de “Catalunya” se quedaron sin energía, y me acorde del “Délestage” que hubo en mi país, en todo el territorio nacional.
El “Délestage” es cuando no hay electricidad para todo el país. Cosa habitual en las tierras del "Dahomey". Pero en aquella época del Gran “Délestage”, la cosa fue bestial. Había aún menos energía de lo normal, y para lidiarlo, el gobierno “competente” tuvo una idea genial: dar electricidad a un barrio durante unas horas y después a otro barrio durante otras horas y esto, aleatoriamente. Esos africanos…
No sabíamos cuando tendríamos energía, ni cuanto rato la tendríamos. Nadie sabía nada. Los generadores, resultaban caros, y todos tirábamos de las viejas lámparas de petróleo. Africanos conformistas, ya nos parecía bien. Nos quejábamos en nuestras casas, sin ir más lejos, y jamás hicimos ni una huelga, ni una manifestación por la falta de energía, porque nosotros, nos dejamos guiar por el: “¿Qué le vamos a hacer? ¡Es lo que hay!”.
La cosa no hubiera dado más de sí, si no fuera que el Gran Délestage, coincidió con la primera telenovela de nuestra historia. “Rosa Salvaje”.
Aún se me ponen los vellos de punta al recordar la melodía de inicio de aquella telenovela mejicana. Rosa, medio huérfana, con la cara pintada de betún para dar el efecto de pobre huérfana sucia, vivía con su madrina. Pobre muchacha, enamorada de Ricardo, rico heredero, quien se casó con ella para enrabiar a sus horribles hermanas Dulcina y Candida. Y estas dos, juntas, le iban haciendo la vida imposible a la pobre Rosa. Un argumentazo.
Antes que todo, hay que reseñar que los Dahomeenses son un pueblo ardiente y pasional, y también con facilidad para viciarse a las cosas que salen de lo habitual. Todos estábamos subyugados ante el dramatismo de los actores, historias rocambolescas, con absurdos suspenses, que a nosotros nos ponían la piel de gallina.
El caso era que todo el país (alumnos, profesores, padres, funcionarios, ministros, directores, periodistas, vendedores, analfabetos…), todos, estábamos enganchados a la telenovela. Sólo se hablaba de esto, en los taxis, en los barres, en las clases. Rosa era un ejemplo a seguir. Tenía tanta repercusión, esta telenovela, tanta, que hacían un avance en el telediario de los momentos cumbres del próximo capítulo. Tenía tanta repercusión, tanta, que cuando empezaba la melodía de inicio, todo el mundo dejaba lo que estaba haciendo, fuese una intervención quirúrgica o cerrando la caja de un banco. Tenía tanta repercusión, tanta, que el humor matinal del país dependía de como acababa el capitulo de la noche anterior.
Aún recuerdo aquellos locutores matinales con la voz apagada, una parsimonia profunda, porque Rosa, la noche antes, acabó el capitulo llorando. ¿Cuántos profesores llegaron a clase, sin ánimo, con los ojos hinchados y con ganas de suspender las clases, sólo porque la noche anterior Rosa cayó en las redes de Candida? ¿Y cuantos alumnos rechazaron las ganas de vivir, sólo porque la madrina de Rosa sufrió un terrible accidente? La gente por la calle iba desanimada si Rosa acababa triste, mercados silenciosos, toda la gente ensimismada, con el corazón compungido y suspirando. Y cuando el capítulo acababa bien, pues todos aplaudíamos y el día siguiente era un mar de alegría. Hasta las flores eran más bonitas, las madres más comprensivas y los profesores más benevolentes. Aquello era brutal. Más brutal que el metal. Rosa Salvaje era un asunto de estado.
También hay que decir que en el Dahomey, dejamos libre curso a nuestras pasiones y la gente motiva a los actores mientras miran la serie. Más de uno gritaba: - “¡Rosa corre! ¡Corre hija corre!”. O “¡No lo hagas Rosa. Nooo!” “¡Rosa! ¿No lo ves? Te está engañando…”.

Pues nos volvimos todos locos, porque se nos juntó el Gran Délestage con Rosa Salvaje.

El caso era que nos poníamos a mirar la serie y de repente se cortaba la electricidad.
Cuando esto sucedía, la gente salía disparada de sus casas al instante, con lo puesto, sin mirar atrás y sin saber en cual barrio había luz y en cual no. Y cuando ya tenían la suerte de encontrar un barrio con luz, entraban en trombas en las casas de otros, pidiendo hospitalidad para mirar la telenovela. A veces entraban en las casas, decenas de personas, para suplicar dejarlos mirar Rosa Salvaje, porque no tenían electricidad. Horda de gente corriendo por la ciudad como si hubiese una catástrofe porque el tiempo estaba en contra. Rosa Salvaje sólo duraba 30 minutos. Y de repente, en medio de la locura general, se encontraba un grupo que venía del norte con un grupo que venía del sur. Diálogos surrealistas.
- Venimos de allí y no hay luz
- Pues por allí tampoco.
Entonces se paraba el tiempo un segundo y la gente cambiaba de rumbo.
A veces era gente que venía de lejos, de varios barrios más allá. Algunas veces, incluso, se rumoreaba en que barrio habría electricidad y la gente ya salía de sus casas con antelación a la búsqueda de aquel barrio que supuestamente tendría luz a les 8:30, hora de la telenovela.
A esta hora, no había nadie por las calles. Las gasolineras se quedaban vacías, con toda la hilera de coches esperando, vacíos. Las tiendas, vacías. Todo, vacío. No había nadie en las carreteras, excepto los afortunados que tenían coche y que también iban en busca de otro barrio con luz con su familia, para mirar el resto de la telenovela. También por las calles, se veía un gran grupo de personas mirando un mini televisor de una de esas “cafeterías ambulantes” que tenemos nosotros.
La escala de suceso era surrealista. Había muchos accidentes por descuido porque la gente dejaba inmediatamente lo que estuviera haciendo, cuando empezaba la telenovela.
Un día, una mujer se fue corriendo de su casa cuando se le apagó la tele. Se dejó el fuego encendido y se quemó todo un barrio. Y se oía en el telediario, el día siguiente, como decía la gente: - “¡Pobre mujer! Me podía pasar a mí. Es que ayer Rosa abofeteó a Candida. Cualquiera puede olvidarse del fuego. Es normal. Muerte a Dulcina. Víbora maloliente. ¡Viva Rosa!”

Mi padre, hombre listo y serio, me sorprendió cuando justo en el capítulo en el que Rosa se encuentra con su madre biológica y esta, con esas pausas cardiacas de telenovelas, le dice: - “Rosa, yo… soy… tu…”.
¡Vuuuuum!
Se fue la luz. Nos quedamos todos, mi familia, más la gente que había venido, mirando el puntito de la pantalla que cada vez se hacía más pequeño y al unisón, salimos disparados. Un caos. La gente empezó a correr, entre los cuales mi padre, hombre culto que muchas veces pasa de tonterías. Salimos a la calle, en la oscuridad de la noche buscando un medio de saber en que barrio había electricidad, para no perdernos el momento cumbre de la historia aunque todos los momentos lo eran. ¿Le habrá dicho la mujer a Rosa, que ella, era su madre? ¿Cómo se tomaría Rosa ser hija de una mujer rica y poderosa? ¿Por fin Candida Y Dulcina probaran sus propias medicinas? Todo estaba en juego. Se nos pasaron los momentazos de la telenovela como cuando se te acaba la vida. Había gente que gritaba: - ¡Dios mío, llévanos hacia la luz! Por algo, mi país es un país católico. - ¡Yo me muero si no lo veo! Por algo somos pasionales. - ¡Ai! ¡Que desgracia! Por algo somos megalómanos…
La gente iba corriendo. Todos juntos, hasta que nos encontramos con un grupo de gente en la oscuridad que nos dijeron las palabras malditas: - ¡Venimos de allí y no hay luz! Y entonces reinó el Apocalipsis. Había gente en “choc”, dando vueltas sobre sí misma sin saber por donde ir. Cada uno iba en la dirección que creía acertada. Yo me quedé con mi hermana mayor. Cogimos un taxi con la indicación de: - "¡¡¡Hacia la luz por favor!!!". El taxista nos explicó que él también sólo estaba en busca de un barrio indeterminado. Había gente corriendo por todas partes sin saber hacia que barrio ir.
Este día, al final tuvimos que volver, que no nos dio tiempo. El capítulo ya se había acabado.
En la época del Gran Délestage, nadie sabía nunca, donde, en que barrio o en que casa acabaría mirando Rosa Salvaje.

Ya sé que se lo está pasando muy mal la gente del nordeste de “Catalunya”, pero sólo era para ponerle un poco de humor al asunto.Que sin energía no se puede vivir. ¡Hombre!

* Algunas palabras están entre cometas, porque están escritas en otro idioma.

Pasaje del próximo libro “Historías de allí” de YaÏvi.

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