
¿Realmente vale la pena venir a Europa?
Esto me pregunto una amiga mía, el otro día. Me dijo que estaba muy triste y que no sabía si había hecho bien de venir a vivir aquí. Me confesó que no había conseguido los sueños que perseguía. La anime. Le dije que el éxito resultaba del bienestar personal y no social (frase de blancos). Espere que no notara en mi voz que ni yo me creía esta frase y me abstuve de decirle que yo también pensaba lo mismo que ella.
Después me quede pensando. Ya se que más de un radical ahora pensara " ¡Pues que se vuelva a su país!”. Pero dejemos los cortos radicales que toda la vida han libado de sus padres.
Le dije a mi amiga que la inmigración tenia varias fases. Tres.
En la primera fase, el inmigrante se encuentra a gusto, y afortunado de estar en una ciudad de luz, en un país de maquinas (hasta para comer) y en un país de Blancos. Se encuentra dichoso y se levanta cada día con una sonrisa larga sin aún poder creer su dicha. Mira todo a su alrededor y se embebe de todas las novedades. Se siente importante de estar allí y esta fascinado con todo. Todo le parece demasiado bonito. Piensa que con solo poder estar en esta ciudad, no tendría que pedir nada más a su dios. Se encuentra tan agraciado y tan suertudo que no entiende por qué no había dado el paso antes. Todo parece magnifico y grandioso. Se ríe porque esta contento. Cualquier descubrimiento le parece una hazaña. Intenta adaptarse a la vida de los Blancos y disfruta porque ve que lo esta consiguiendo.
La segunda fase empieza bastante pronto, antes del primer año. El inmigrante, pobre, empieza a echar de menos a su tierra natal y a su gente. Solo habla de su gente. Y todas sus frases empiezan por “…pues en mi país…". Se le distorsiona tanto la realidad que donde antes habían chozas, él ve palacios. Donde antes había un "marigot”, él ve un estanque azul y precioso. Hasta la gente que antes le caían mal, les recuerda con una sonrisita en la boca. Recuerda largos paseos por su ciudad cuando jamás los había disfrutado. Todas las tardes aburridas pasadas escuchando las historias tremendas del vecindario le parecen tan vividas que no entiendo como le pudieron aburrir. Recuerda su niñez como un recuerdo muy feliz. Recuerda sus padres, sus amigos, recuerda la gente que se ha muerto mientras el no estaba. Y maldice dios por no ser blanco y tener todas las facilidades para poder volver a su país. Las cosas de los blancos ya no le flipan. La ciudad de los “tubabs” le parece aburrida. Siempre traslada la realidad de los blancos a su país y la juzga con dureza. No entiende como pudo querer esto o como cada día se matan decenas de gente solo para venir al país de los blancos. No entiende por qué se sentía frustrado cuando no tenía la oportunidad de venir. Solo quiere volver. Pero no puede. Papeles...Dinero... Pero algo tiene que valer la pena. Es mejor esto que volver con las manos vacías después de todo lo que sacrificó para poder viajar. Llora a la mínima. Todo son trabas, para trabajar, para estudiar, para integrarse... la segunda fase suele durar bastante.
La tercera fase se puede dividir en dos.
Por una parte hay unos inmigrantes que sobrecogidos por la realidad de no poder volver a su casa "aún" o no poder cambiar su vida, pues se cierran sobre si mismos, pasan de la integración y fomentan un odio secreto hacia los Blancos, el país de los Blancos y la madre que los parió a todos.
Por otra parte hay otro grupo de inmigrantes que llegan a la conclusión de que en todos los países hay cosas buenas y cosas malas. Sabe que su país no es tan guay como lo recuerda y que Europa tampoco es tanto como se pensó. Llega a la conclusión de que su tierra le falta porque él forma parte de ella. Sabe que por mucho que se integre jamás formara parte de la ciudad de luz y jamás será un hombre de luz. Ya lo decía el proverbio: “por mucho que permanezca un tronco de árbol en el río, jamás se transformara en cocodrilo. “... Se arrepiente de no haber valorado otras muchas cosas que de haberlo hecho jamás se hubiera marchado de su país. Se siente raro porque no forma parte de ningún lugar. Ha llegado a una conclusión pero de todas maneras ya está perdido. Ya ha perdido toda su seguridad, su frescor y sus ilusiones. Se refuerza en otras ilusiones efímeras y ocupa su tiempo como lo hacen todos los Blancos. Sabe que se ha vuelto cobarde, que tiene muchos miedos, miedos que antes ni conocía. Y se conforma. Que es lo mejor que sabe hacer.
El ser humano está insatisfecho con todo lo material que le rodea. Porque en el fondo, no sabe que la felicidad erradica en estar cada uno en su tierra, con toda su gente a su alrededor y viendo pasar los atardeceres de la vida con sus seres queridos. El contrario solo viene impregnado de tristeza, incomprensión, nostalgia, añoranza, melancolía y soledad.
Se ve claramente que mi amiga esta en la segunda fase. Espero que empiece ya su transición hasta la tercera… pero en el segundo grupo.
La tercera fase siempre llega y cuanto antes mejor porque sino estar disgustado y apenado con el día a día amarga y cuando vuelves a la tierra natal, ya ni disfrutas. Todo te sabe a arena.
Y te odias a ti mismo porque no has conseguido nada.
http://yaivi.blogspot.com