En la Historia de los reinos de Abomey se cuenta que hubo un
príncipe que no pudo ser rey porque era muy joven cuando su padre se murió. Su
tío, hermano de su padre asumió su interinidad en el trono, a la vez que su
educación. Una vez adulto, el pequeño príncipe, seguido de toda su corte, fue a
ver a su tío Rey para reclamar su derecho al trono. El tío, el rey más
sangriento que se recuerda en la historia de Abomey y cuya crueldad le valió la
supresión de su nombre en las dinastías reales del Antiguo Dahomey, le recibió con los brazos abiertos y le hizo
ponerse cómodo. Para darle la bienvenida a su sobrino, el rey sanguinario le preparó
una gacha a base de harina de maíz y dicen que le añadió miel y azúcar. La
gacha era tan buena que el príncipe la bebió con un apetito y una glotonería
que dejó a toda la corte atónita. Una vez acabado el gran bol de gacha que se
le ofreció, pidió más y más, y más…dejando en segundo plano el asunto crucial
que le había llevado allí. Y su tío y
toda la corte miraban como acababa con gula, un bol tras otro relamiéndose los
labios de gusto. Horas más tarde, ya saciado y empachado, el joven príncipe le
recordó a su tío el motivo de su visita.
-
¿Has visto que buena era la gacha? Le dijo su tío. Pues
así es el poder. Hasta que no te quedaste empachado, no quisiste dejar de
beber. Pues hasta que yo no me quede harto, no creo que renuncie. Porque el
poder es igual de dulce que todos los placeres de esta vida.
Y el príncipe avergonzado por su glotonería se fue a su
casa.
Así es el poder, dicen. Dulce, delicioso y agradable y quien
lo detiene, ya no lo quiere soltar. Codicia, malicia y traiciones… Todo vale
con tal de detener el poder. El arte de dirigir no es tan simple ni tan fácil
aunque el mundo reboza de gente que se atribuye poderes para dirigir.
En los proverbios africanos, el poder se simboliza en Reyes,
en jefes y en dirigentes, máximas representaciones de arte de superioridad.
Aquí van algunos:
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Para ser Rey, hay que nacer Rey.
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El poder es sufrimiento.
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La caca del rey no huele mal.
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El perro del Rey no es el Rey de los perros.
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Amar al rey no es malo, pero que el Rey te ame es
mejor.
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Aliarse con gente con poder, es útil.
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Sin jefe, el pueblo está perdido.
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Un gran trono no hace un gran Rey.
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Una reputación te puede hacer ganar o perder un reino.
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Quien nunca ha reinado encuentra el poder como algo
desagradable.
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En el fango, todas las huellas son iguales.
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Cuando el mono es elegido Rey, sabio es bailar como él.
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Una simple discusión con un jefe se volverá contra ti.
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Donde reina el leopardo, el antílope no pasea
cómodamente.
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La cucaracha del palacio se cree importante.
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El que ayudas a ganar un trono, no te dejará reinar con
él.
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Por mucho que adelgace el león, seguirá siendo el rey
de la selva.
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Es mejor un viejo león saciado al poder que un joven
león hambriento.
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Quien se codea con gente importante acaba traicionando
sus amigos.
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Tres cosas desenmascaran a los hombres: la riqueza, el
poder y la adversidad.
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Si dudas de tu poder, estás dando poder a la duda.
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La fortuna, el saber y el poder no tienen patria.
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Un amigo en el poder es un amigo perdido.
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Quien se siente satisfecho de su suerte, es rey de su
destino.
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Lo que las hojas proponen, las raíces lo ignoran.
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Es más fácil transportar un termitero que dirigir un
pueblo.
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Es mejor provocar la cólera de Rey que la del pueblo.
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Si puedes, escoge tu maestro.
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Se respeta al perro por el dueño.
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El mejor jefe es el que está reinando.
Supongo
que muchos de estos proverbios, no necesitan explicación... Pero si hay alguno
que se os escapa, preguntad a la oradora.
http://yaivi.blogspot.com
1 comentario:
Tienes razón Yaivi, ninguno de esos proverbios necesitan explicación. Son de dolorosa claridad y de más que evidente vigencia en estos días que vivimos. Los hay muy contundentes pero a mi el que más me conmueve es "un amigo en el poder es un amigo perdido". Porque como le pasó al joven príncipe, nos pasó a todos. La gula y la erótica del poder son hoy una droga de curso legal. Yo las probé y las abusé. Y quedé asqueado para siempre. Y, desde entonces, busco la redención. No es fácil conseguirla.
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