martes, 29 de junio de 2010

HOY ES MI CUMPLEAÑOS.

Hoy es mi cumple.
Es un día como cualquier otro pero hoy es especial, aunque nunca celebro mis cumpleaños. Es que ya fueron muchos años en África donde tu cumple es el mismo día anodino que cualquier otro. Allí, mucha gente no sabe su fecha de nacimiento y los que lo saben, les da lo mismo que si fuera un día cualquiera. Esto sí, que nadie nos quite la emoción del día de la fiesta nacional cuando uno parece una aspirina efervescente sumergida en el agua y todos los cuerpos vibra ante la emoción de los desfiles, y del gentío por las calles. Este sí que no es un día cualquiera.
Y sólo los ricos celebran los cumpleaños. Lo hacen para marcar su condición de ricos. Pero en general, la gente de allí, no tiene la misma idea de los cumpleaños que los de aquí. Porque aquí, este día, como dicen los blancos es “tu día”.

Mis historias de cumpleaños, parecen sacadas de un libro de Amélie Nothomb. No por la retórica de Nothomb, que yo a esto no llego pero son un poco rocambolescas.

La verdad es que yo, toda mi vida pensé que era Sagitario.
Me encantaba este signo, con su centauro. Mitad animal, mitad hombre. Con su arco y con sus flechas. Secretamente, en mi mundo, debajo de la mesa, debajo de mis desgastadas sábanas blancas con florecitas rosas o encerrada en los dibujos de mis cuadernos, celebraba mi cumpleaños año tras año, el mismo día, cada mes de noviembre. No sé de donde saque la idea. Pero yo era Sagitario. Me perdía en aquellas aventuras fantásticas, de cuentos mitológicos, que sólo tenían lugar en mi imaginación, donde los personajes míticos tenían protagonismo. Centauros, unicornios, dioses… Yo era Sagitario. Y todas las características “sagitarienses”, se ajustaban a mi graduación. Siempre que alguien me preguntaba, yo sencillamente decía: “Es que soy Sagitario”. Me lo tenía tan creído que cuando venía la fecha, yo decía a todo el mundo que era mi cumple, pero como no hacíamos celebraciones ni nada especial, nadie me decía nada y yo me encerraba en mi imaginación y disfrutaba de mi día como nadie. No recuerdo de donde me vino esta certeza. Pero estaba segura y hubiera dado mi brazo a torcer. Yo era Sagitario.

Hasta que un día cumplí 14 años. La única vez que celebré mis cumpleaños con una fiesta. Mi madre vino del pueblo, cargada de comida, de bebidas de todo tipo. Y yo me quedé toda sorprendida, cuando mis tías me dijeron: “Tenemos una sorpresa para ti. Feliz cumpleaños”. Yo me quede en choc. Era Junio. Y yo había nacido en Noviembre. Y cuando ya vi que iban en serio, fue cuando supe que no era Sagitario sino que en realidad, era Cáncer. Pasé un día raro. Después de todo, no es fácil adaptarse a un signo nuevo.
Ahora todas las características de Cáncer se me ajustan como guante, iguales que los de Sagitario. Cáncer también es místico, un signo cambiante, con historias de lunas llenas e igual de mágicas que las de Sagitario.

Hoy, creo que lo de Sagitario me vino de que de pequeña, cogí el libro de horóscopo y sencillamente elegí el que más me gustaba. Yo estaba encantada con mi signo que había elegido. No sé porque nos tenemos que regir a uno sólo, pudiendo ser lo que nos antojará. Yo era Sagitario y todas las características de Sagitario se me ajustaban. A parte de que me parecía un signo molón. Y ahora soy Cáncer y hoy es mi cumpleaños.
Ahora cuando cojo los libros de horóscopos, me flipan más otros signos entre los cuales Tauro. Y me doy cuenta que los signos no son nada más que la gente que queremos. Me gustan los Tauro porque las personas que más quiero lo son. Lo que representa realmente el signo, es la gente que hay detrás.
Y yo Cáncer, a veces, algunas noches sin luna, sigo pensando secretamente que soy Sagitario.
Qué fantástico es ser Cáncer y como tal, hoy es mi cumpleaños.

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martes, 22 de junio de 2010

¿LA CONFIANZA DA ASCO?


Aquí dicen que la confianza da asco.
Así se refieren a que tienes que cuidar las formas con la gente que no conoces, pero que puedes decir lo que te plazca o no cuidar tus modales con alguien a quien quieres y alguien en quien tienes confianza. Que sean amigos, hermanos, padres…
En otras palabras, a lo crudo, “la confianza da asco” sencillamente quiere decir, que puedes faltar al respeto, ofender, sojuzgar, menospreciar, humillar a la gente en quien confías y no pasa nada, porque sabes que ellos te lo perdonarán, o que te lo tienen que perdonar.
Hasta Baltasar Gracián dice que “la confianza es la madre del descuido”. Pues yo no sé porque esta línea de pensamiento no llega a nuestro mundo, allí en África. Y como nuestra sociedad se sostiene con una manera de pensar totalmente inversa.
¿La confianza da asco?
Esto es el mundo al revés. ¿A dónde se ha visto que hay que hablar mal a los que quieres? Cuando son los que más te duele que estén ofendidos y dolidos por algo que tu hayas dicho o hecho. Esos blancos sólo cuidan sus modales con los desconocidos.¿Pero por qué nos tiene que importar alguien que no conocemos más que alguien que queremos?

La gente grita, planta, manipula, humilla y después se comporta como si no hubiese pasado nada. Con la excusa de que han tenido un mal día, son desagradables con los que están a su alrededor o cuando están enfadados, hablan mal a los otros o aguan la fiesta a todo el mundo.
Los europeos se engañan más y más pensando que tienen la llave del modernismo y del bienestar. Pero seguramente, no saben la historia de los clavos de aquel que clavaba un clavo cada vez que faltaba el respeto a alguien y lo quitaba cuando se disculpaba. Al final, estaba feliz porque no tenía clavos clavados, lo que quería decir que estaba en paz con todo el mundo, pero su pared estaba llena de agujeros. Esto es la marca que dejamos cuando ofendemos a la gente que queremos, a la gente en quien confiamos y que a cambio confían en nosotros.
Y las calles están llenas de gente que se piensa que sus paredes están vacías, que no tienen ningún clavo, pero no saben que los agujeros siguen allí, “béants”. Esto hace que son infelices. Después vamos buscando por doquier la fuente de nuestros males. No saben que la felicidad se basa en conceptos básicos como el respeto y la amabilidad.

En las tierras del Dahomey, el concepto es al revés. Se intenta suavizar el tono, la manera o la voz cuando se trata de alguien que uno quiere, de la gente en quien uno confía y a la gente que te quiere. Para nosotros, perder la compostura y las formas con una persona querida no es signo de confianza. Es signo de no confianza, de mala educación y de falta de respeto. No puedes tratar mal a alguien que quieres. Esto es lo que nos van inculcando desde pequeños.

Yo no quiero que la gente que quiero tenga que perdonarme nada. Sólo quiero que cada vez, me quiera más y que me tenga más confianza. Por esto cuido mis modales. Esto sí. Si el asco de tu confianza llega a mí, si me clavas el clavo, aunque después lo arranques de tu pared, la marca que queda después, me resulta imborrable. No tengo porque aceptar gente con mentalidad al revés, que me falta al respeto pensando que, como me tiene confianza, yo les voy a perdonar. Pues no. No, no quiero.Esto no es confianza.
Gente que falta al respeto y grita a sus padres “cállate” o “Eres idiota” o “Tú eres gili******” o “Pesado”…. Yo jamás he usado esas palabras para dirigirme a una amiga, a un hermano, ni a nadie en quien confío. No me gustaría ver la cortina de decepción que pasa por los ojos de mi amiga porque la acabo de humillar o de mi padre porque le he dicho “Gili******”. Los pocos agujeros que tengo,en mi pared, son por aquella tontería que confiere la edad y la convivencia.
La confianza da tanto asco, aquí, que si tuviéramos que dejar de lado todos los que abusan de la confianza en su sentido negativo, ahora mismo nadie tendría amigos. ¿Pero para qué queremos amigos si tienen inteligencia emocional cero?

La confianza es la seguridad que tienes en que las personas serán capaces de actuar de manera adecuada, sin libertad excesiva, sin abusar en sus actos, para seguir manteniendo un lazo de amor o de amistad. La confianza es un valor. La confianza no tiene porque dar asco. La confianza no da asco. La confianza tiene que llevar incrustado respeto, consideración, cariño, atención, aprecio… La confianza es inteligencia, inteligencia emocional. La confianza es singularidad.
Cuando quieres a alguien, no quieres que sufra por nada, ni quieres ofenderle o decirle algo que le hiera lo más mínimo posible. Y si dicen que la confianza da asco, es sólo para concienciarse y seguir haciendo lo que se les antoja por egoísmo y “melasudismo”, sin sentirse mal. Se excusan detrás de un lema para poder seguir actuando como les parezca.

La confianza no da asco. Es la gente que es asquerosa.

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lunes, 7 de junio de 2010

EL COMPLEJO DE BLANCO.



El “Complejo de Blanco” es una alteración del comportamiento de alguna gente blanca, originada por unas ideas, pensamientos o sensaciones despectivas y perniciosas, basadas en la Historia. Hay que remarcar que tener el Complejo de Blanco, no es ser racista.

Este complejo no tiene nada que ver con el “Complejo de Esclavo” que es la perturbación de la conducta de algunos negros, que al oír la palabra “negro”, dijese como se dijera, piensan que se hace alusión a su condición de descendiente de esclavo y que la palabra está usada en su sentido más peyorativo. El Complejo de blanco puede provocar Complejo de Esclavo.

400 años más tarde y seguimos igual.

Vale que en aquel XVII , decir “Negro” era asociado a prisionero, siervo, sometido, oprimido, tiranizado, malo, deslucido, infausto, desgraciado, inferior, insignificante, detrito, primitivo … ¡Uy! A lo mejor me he pasado. Pero hoy en día, creo que decir “negro” o ser “negro” no va asociado con esas ideas lúgubres.

Ya ha pasado tiempo desde aquel entonces, pero algunos blancos no dicen “negro”.
Muchos dicen cualquier otra cosa, antes que decir la palabra “negro”. Esto es el Complejo de Blanco. Blancos que se piensan que, por ser blanco, decir “negro” es negativo. O gente que se piensa que aún estamos en el siglo XVII y que ser negro, es funesto. Y lo más sobrecogedor, es que no son racistas. Es tan sólo el peso de la Historia.
No sé cómo será en los otros países de los blancos, pero aquí donde vivo, para llamar a los negros africanos, se puede decir de varias maneras: “negritos”, “morenos”, “gente de color”, “vosotros”, “la gente como tú”…

Si yo te puedo llamar “blanco”, ¿por qué no me puedes llamar tú a mí, “negra”?. No puede ser que 400 años más tarde, estemos iguales.
Hay blancos que ponen el grito en el cielo si alguien dice “negro”. Hay otros que cuando dicen “negro”, rehúyen de mirarte a los ojos. Hay otros, que cuando “negro” se disculpan. Otros tartamudean con la palabra “negro” y acaban diciendo “negr...negr...morenos”. Incluso hay otros que ya rozan el freakismo, cuando yo misma digo “negro” y me instan a no decirlo. ¿Cuántas veces habré oído yo, lo de “no se dice “negra”. Se dice “gente de color””. Buf!

A nosotros nos da igual que nos llaméis “negros”. Bueno, a lo mejor no tendría que generalizar, porque no sé si a los otros negros, les importa o no. A lo mejor tienen “Complejo de Esclavo” y les importa. Pero a ciencias ciertas, a mis amigos (véase Marie, Soco, Joanna, Bio, Robert, Anna…) y a mí, nos da igual. Nosotros ya dejamos atrás aquellos traumas de hace tantos años. No tenemos Complejo de Esclavo. Y eso no quiere decir que hayamos olvidado todo lo que conllevó la “Traite Nègrière”, pero lo que no podemos hacer es rebozarnos, cual dedos en la arcilla líquida, en una Historia de tropelía y de pisoteo de derechos humanos básicos. Vale, que sería fácil sacar a relucir injusticias pasadas, y encima tendríamos razón, pero lo único que haríamos, sería incrementar nuestros complejos. También es verdad que algunos usan el término para ofender, pero ya se sabe, que hay que pasar del racismo.

Y si los negros intentamos superar el Complejo de Esclavo pero ya sería hora que los blanco superasen su Complejo de Blanco.

“Llámanos como te dé la gana, pero hazlo con propiedad y perfección. No dejes que yo entrevea en tus ojos, en tu voz o en tu actitud que tienes el Complejo de Blanco. Porque al fin y al cabo lo importante no es como llamamos a la gente sino como los vemos.
Mientras nuestras sombras sigan siendo del mismo color bajo el sol tórrido, no tengas Complejo de Blanco y llámame "negra".”

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MI PADRE DE AQUÍ.


Mi padre es extraordinario.
A mí, me inspira confianza, a la vez que amor y tranquilidad. Mi padre es serenidad, con palabras sabias, medidas y acertadas.
Mi padre es de aquí y es mi padre, aunque no lo sea.
Mi padre es culto, hombre de honor y de palabra, aunque a veces mal comunicador, como lo son todos los hombres sencillos y cultos, porque se lía en su verbo, en su afán de simplificar al máximo sus complejos pensamientos.
Mi padre es mi padre y aunque no lo sea, lo es.
Un poco reservado a la vez que entusiasta, es amante de su libertad, de su independencia. Incansable en su rutina, con una gran fuerza de carácter, mi padre sabe, no sólo mucho, sino que sabe de verdad. Y por cualquier duda que tengo, él es mi referencia. Seguro de él y siempre en la búsqueda de nuevas ideas y de nuevos retos, mi padre es clásico, realista, pero complaciente.
Mi padre es de aquí y yo soy de allí.
Gran hombre con una amplia perspectiva y una mente abierta. Hombre tradicional que sabe que adaptarse a las modernidades es de inteligentes. Hombre comprensivo, absoluto, de gran inteligencia que me enseña que seguir aprendiendo es una manera de vivir, y que seguir cultivándose es una buena opción.
Mi padre es de aquí, aunque yo sea de allí.
Fuente inagotable de conocimiento y de saber, hombre “réfléchi” y de buenos modales, que escondido tras su diario, se aleja del mundo que le rodea para seguir pensando en sus cosas. Espontáneo, comprensivo y de buen razonamiento, aunque a veces impulsivo con un “brin” de egoísmo, como lo son todos los que son diferentes.
Mi padre es mi padre aunque yo sea de allí y él de aquí.
Un hombre que ha cumplido sus expectativas: ser un buen ejemplo para sus hijos. Hombre justo con su propia opinión respeto a las cosas, y que aun sabiendo que me equivoco, no duda en escucharme, para dejarme ver las diferencias. Y me gusta preguntarle por sus gustos, para hacerlos míos. Hombre bueno y generoso que se emociona cuando sus hijos están contentos.

Y con la intensidad de los sentimientos prohijados, yo admiro a mi padre.

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martes, 1 de junio de 2010

LA ARITMÉTICA DE MENDEL.


La biología es una ciencia. Las ciencias son exactas. La biología es exacta. Y después de experimentos complejos, las teorías de Darwin y de Mendel siguen rigiendo la herencia genética de nuestras cronológicas vidas. Yo ya sabía de las leyes de Mendel, de sus porcentajes estadísticos y de su aritmética. Pero nunca me había parecido tan obvio como ahora. A lo mejor porque vivía en África...
Ya sé que las tres leyes de Mendel se basan, en una genética simple y pura pero no puedo evitar estresarme al pensar en la ley de la segregación: “Ciertos individuos son capaces de transmitir un carácter aunque en ellos no se manifieste”.

Mi primera criatura será una niña. Lo sé. Será más refinada que su padre, pero no tan maravillosa como su madre. Conclusión de Yaïvi basada en la Lógica de Darwin.
Pero dice Mendel, que si la tengo con un negro, pues que mi niña me saldrá negra por alelos y genes dominantes. Pero también dice que por caracteres opacados, que si la tengo con un blanco, pues que como buena heterocigótica, me puede salir o negra, o mulata, o blanca. Esta es la aritmética de Mendel.
De estas tres posibilidades, sin embargo, hay una que me aterra…
Ya sé que estas opciones no tienen veracidad exacta y que Mendel se basa más en otros carácteress hereditarios, que en un fenotipo como el color de la piel, pero se me hacen muy reales.
Yo no soy racista… Bueno… ¡vale! Hay blancos que me caen mal, y varios negros también, pero una de esas opciones me aterra. No es que me importe mucho el sexo, o que tenga miedo de que me salga fea (mientras tenga salero, me basta…). Pero es que esta en concreto, me aterra...

He visto una gran variedad de niños por esta ciudad. He visto familias con niños de todos tipos. Familias de blancos, con niños africanos, o chinos, o rusos…
La opción que me traumatiza, no es que sea horrenda. Sino que solamente me da cosa. Pues sí. Me da cosa que mi niña sea blanca.
En África, cuando coges un niño en brazos, la gente te dice: “Oh…parece tuyo”. Si mi niña fuera blanca, esto, nadie me lo diría. Una vez, hice de canguro a una niña blanca y al encontrarme con unos amigos, les dije, basándome en la aritmética de Mendel: “Es mía…” y se pusieron a reír. Yo les dije que según las leyes de la genética, que podía ser mía. Y ellos se reían aún más. Ahora la idea me parece absurda.

Si yo tuviera una hija negra o mestiza, todos se pensarán que es mía aunque sea adoptada. Pero si sale blanca, no. No es que me de cosa que se piensen que no es mía. Es que la gente se pensara que estoy haciendo de canguro a una niña blanca, aunque se trate de mi hija. Vivo con el miedo de que me salga blanca y que nadie se crea que sea mía. Cuando en público, yo diga: “¡Mirad! ¡Mi hija!.” Pues se mirarían unos a otros con ojos de “pobre loca”. Todos se pensarán que soy la canguro de mi propia hija. Cuando la paseé gozando de los placeres de madre, se pensarán que estoy trabajando. ¡Dios! Ya siento el peso de estos complejos futuros. Mendel dirá muchas cosas, Darwin demostrará muchas otras, pero ¿está la sociedad preparada para aceptar sus respetivas aritméticas? Yo no estoy preparada.

Es que estamos en un mundo en el que son los blancos quienes adoptan a los negros. Cualquier otra combinación no entra en nuestras percepciones o nos parece absurda. Pero es que con todos los movimientos migratorios, pues los fenotipos ya van cambiando y ya, cualquier opción es posible.

Ya sé que mi interpretación de las leyes de Gregor (véase Mendel) es muy opaca y muy poco probable, y aunque ya sé que hoy en día, hay muchas mezclas, pues me sigue aterrando la aritmética de Mendel.
Que agobio de futuro.
Bueno. ¡Vale! Que salga blanca, negra, naranja, amarilla o marrón o como le de la gana. Pero, ¡eso sí! Como me salga sosa... me muero.

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