lunes, 26 de abril de 2010

YO PASO DEL RACISMO.


El racismo para mí, no es un sujeto de debate.
Ni un sujeto de presentación, ni tampoco algo sobre el que pensar más de lo normal. Gente cargante, engreída, ridícula y mema, hay en todos los países...
Cuando oigo amigos míos inmigrantes, hablando de desprecios racistas, me da pavor pensar en la larga discusión que se generara inútilmente sobre este tema. Yo no me paro a pensar si el acto ofensivo de alguien hacía mi persona, está movido por ideologías racistas o no. Y cuando alguna vez ha pasado de manera clara y concisa, sin lugar a dudas, pues tranquilamente, he seguido el curso de mis pensamientos, ignorando el engreído y ridículo a quien le molesta la gente por su raza. Si algo tan banal como el color de la piel, hace que alguien tenga prejuicios, pues mal va esta persona; Porque yo no me lo puedo cambiar, ni quiero. Con lo bien que me quedan los bikinis de print animal, y los colores fuertes, tanto en invierno como en verano… A parte de que viene de serie con un culo virtuoso, unas curvas marcadas, unos labios “efecto volumen” y unas cachas fuertes... al igual me lo cambio.

Una vez, por las ramblas, vi un reportero que entrevistaba a un hombre, en medio de una aglutinación de curiosos. El hombre, explicando su aventura como “hombre estatua”, decía: “...Toda la gente que pasaba, me miraba como un pobre africano, me miraban con pena, porque ven en mi la historia de los antiguos esclavos…”.
Y yo, movida por la furia “anti-lamentaciones baratas contra racismo nublado”, corté la entrevista en plan peliculero con un: “Pues yo no pienso así”. Me erguí como lo hacían las reinas en mi tierra, para decirle a aquel señor que veíamos en los ojos de los demás, lo que nos apetecía ver. Yo no pienso que nadie me mire con pena porque sea negra. Ni pienso que nadie me discrimine por “negra”. A lo mejor le caigo mal a esta persona y punto. Igual que a mí hay gente que me cae mal (¡Ay! Si yo confesara...). No pienso de antemano que me tratan mal porque no sea de aquí. Y si alguien me discriminase por esto, pues será que es un amargado. Y si veo que por la calle una chica que me mira mal, sólo pienso: “apártate z****”.
También le dije al “hombre estatua” que ya era hora de que nos dejáramos del victimismo esclavista, y para acabar le remate con un solemne: “si nosotros mismos no olvidamos, ¿quién lo hará?”. Y se quedó boqui-abierta por mi actitud de mocosa repelente. Estoy segura de que esto, se lo llega a decir un blanco y el hombre se lo toma mal.
Hay muchas cosas, que para los que ya no somos de ninguna parte, obviamente, nos costará conseguir. Hay cosas que nos costarán hasta que la sociedad se acostumbre a una mezcla multirracial. No nos ahoguemos en lamentaciones, cuando esto no nos hace avanzar. Si un banco no me da un crédito, pues será que tengo un grado elevado de riesgo, más que de azar. Y si alguien se piensa que los inmigrantes le quitamos el trabajo será que esta persona, no ha estudiado mucho en su vida o ha entrado en pocos armarios como este. Y así, todo.

A una amiga mía, un hombre en el metro, delante de blancos impasibles, mirando la escena con cara de mármol, le gritó: “¡Vete a tu país, inmigrante de m****! ¡Escoria!”. Y se le reiteró varias veces, gritándole a un palmo de la cara durante un largo rato. Mi amiga colombiana, como buena inmigrante que pasa del racismo, ni parpadeó.
Aún recuerdo las risas que nos echamos después, las dos, cada vez que pensábamos en la vena a punto de reventar de aquel hombre. Y yo le decía: “¡Dios, Claudia, qué bueno...! Por favor explícame otra vez lo de la vena…”. Qué risas.
¿Qué teníamos que hacer? ¿Pasarnos la media hora que nos vimos a rebasarnos en las palabras ofensivas de aquel hombre? ¿Disertar sobre la cantidad de racistas que hay por el mundo? ¿Pensar que los blancos no nos quieren por ser inmigrantes? Pues no.
Una vez alguien dijo: “Inmigrantes a la hoguera”. Pues con mis amigos, nos planteamos como seria aquella hoguera. Y me acuerdo como nos partíamos de risa, al imaginar la calentita hoguera en este día de invierno, con todos los inmigrantes bailando alrededor, cantando y saltando, dándolo todo, y disfrutando de la noche y del calor...

Hay muchos tipos de discriminación, que si el color de la piel, que si el acento en la voz, que si la manera de hablar, que si el color del pelo, que si la estatura… ¿Y yo me tengo que parar a pensar entre todos estos conceptos, cuál es el que ha molestado más al rancio que me está insultando? Paso. Peor para él.

Yo, del racismo paso. Y de los racistas, también.

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martes, 20 de abril de 2010

EL DIABLO Y LA MUJER.

Los dioses y los animales dicen que los hombres tienen muy poca memoria. A parte de ser muy previsibles y pasionales. Aquí va la historia...

Una mujer que tenía una buena estima de sí misma, había cometido el error de ser guapa, de risas fáciles y de ganárselo todo con su sudor. Esto era un error en un ambiente de humanos podridos emocionalmente, mediocres, que no soportaban ver a gente feliz, o a gente con capacidad de superar las adversidades. Seres envidiosos que se piensan que son semidioses, y se reconcomen de amargura al ver que no tienen poderes. Gente que siente la bilis cuando los otros cantan… Esta mujer era secretamente odiada. Porque la cualidad de los envidiosos reside precisamente en la hipocresía.
Los envidiosos quisieron matar a aquella mujer cuya sola presencia les molestaba porque no paraba de sonreír y de cantar. Quedaron con un poderoso brujo de muchos pueblos más allá, con la idea de matarla usando las fuerzas oscuras que temía la gente en el pueblo. El brujo aceptó. Después de todo, él vivía de esto. Pero puso una condición. La tenía que ver, aunque sólo fuera una vez.

Aquellos amigos hipócritas decidieron hacer una quedada. E invitaron a la mujer feliz. Designaron a uno del grupo para ir a recogerla e acompañarla desde su casa hasta el lugar de la reunión. La mujer estaba contenta porque tenía ganas de ver a todos sus amigos. La ingenuidad de la gente “feliz” reside en creer en la buena fe de todo el mundo…
El “designado” se fue a buscarla a la hora acordada. Iban caminando, hablando amigablemente, cuando de repente, a la vuelta de un camino, se encontraron con el Diablo. El Diablo no tuvo ni la decencia de disfrazarse de humano sino que se presentó tal como se le conoce. Y cuando vio que los dos se asustaron, les miró con sus ojos de diablo y con una voz impregnada de fuego y de terror dijo: “¡Mujer, ven que tengo que hablar contigo!”.
La mujer se asustó. El Diablo era malo después de todo. Su amigo la agarró de la mano. Él también tenía miedo. La cogió y le dijo: “¡No vayas, es pérfido y maligno! ¡Es vil e infame!”. Y el Diablo, con su voz grave, le repitió: “¡Mujer, ven que tengo que hablar contigo!”. La mujer se encontró en un dilema. Quería saber por qué quería el diablo hablar con ella, pero a la vez tenía miedo. El amigo la tiraba de la mano, el Diablo la miraba y a la mujer le pudo la curiosidad...
Se liberó de las manos de su amigo y se fue hacía el Diablo. El amigo, asustado, se alejó corriendo dejándola a solas con él… Cuando el amigo desapareció por el camino, el Diablo le dijo: “Mujer, si vas a la quedada con tus amigos, te van a matar. Sólo te quieren matar. Han hecho venir un brujo que te quiere ver para poder usar sus fuerzas ocultas contra ti. Y si no me crees, te digo un atajo para que llegues mucho antes que tu amigo. Cuando llegues, escóndete detrás de la barandilla de la casa, y escucha lo que dicen…”La mujer perpleja, no se podía creer que sus amigos la quisieran matar. Agradeció al Diablo su revelación, y cogió el atajo que este le indicó. En cuestión de minutos, llegó y cuando llegó, haciendo caso al Diablo, se escondió detrás de la barandilla. Sus amigos ya estaban allí y hablaban amigablemente. Vio el señor Brujo forastero que estaba en medio de todos, con sus abalorios de brujería, hablando. De repente vio entrar a su amigo, el que la acompañaba. Este último entró corriendo, jadeante. Los otros, todos, se giraron hacía él a verle entrar, sólo. “¿Dónde está?” gritó uno. “¿Qué ha pasado? ¿No viene?” gritó otro. El amigo entre respiración y respiración, asustado, respondió: “Es que nos hemos encontrado con el Diablo y se ha quedado a hablar con él…”. El brujo se levantó y les miró a todos: “Es que si no la veo, no la puedo matar…”. La mujer detrás de la barandilla, les vio a todos y oyó todo lo que decían y cogida por la furia y la decepción, por la rabia y el dolor se levantó, salió de su escondite y apuntándolos con el dedo acusador, gritó: “¡Os he pillado! ¡Me queríais matar! ¡Os he pillado!” ...

Pasaje del libro "Sueños" de Yaïvi.

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miércoles, 14 de abril de 2010

EL VUDÚ.


Yo no sé porque aquí, todo el mundo sólo relaciona el Vudú con fuerzas sobrenaturales malignas y oscuras. Cuando la gente piensa en el Vudú, sólo ve muñequitas deformes y repugnantes, con agujas clavadas. La verdad es que en las dos décadas que yo viví en África, jamás había oído hablar de estas muñecas, ni como símbolo, ni como algo físico. Nada más lejos de la realidad. Nosotros creemos en los Vudús de la misma manera que los cristianos creen en Dios y los musulmanes en Allah.

El Vudú es una religión. Digan lo que digan, para nosotros, el Vudú es una religión. Una religión del animismo, tan profunda y tan clara como puede ser el cristianismo, el catolicismo, el budismo…
El animismo, es un politeísmo, una filosofía de emociones, que engloba varias religiones y creencias en varios dioses. Los animistas creen que hay vida después de la muerte. Creen en los espiritus. Los dioses del animismo, o los Vudús son representados por fetiches, que pueden ser tanto objetos inertes, como elementos o fenómenos naturales. Se considera que esos objetos y esos elementos tienen almas y están venerados y temidos como tal. Y por encima de todos estos dioses, está “Mawú”, el Dios creador, que no está asociado a ningún objeto, ni ningún fetiche y no tiene representación. También es el creador de los otros Vudús.
La interacción con los dioses se hace mediante un “Bokonon” que es el brujo o el chamán, que tiene el poder de comunicar con los espíritus y de interpretar sus actos. El Bokonon, mediante su “verbo” litúrgico y sagrado, media entre los dioses y los humanos. Es una especie de “cura” de los Vudús. A la vez adivino y curandero, puede predecir el futuro a través del “fa”, que es el oráculo, y interpretar la voluntad de los dioses. Para tener a los dioses contentos, se hacen ofrendas y sacrificios.
En mi pueblo, veneramos a varios dioses entre los cuales:

Hêviosso: El Dios del trueno. También se le llama Shango. Es un Dios justiciero y protector que castiga a los ladrones y a los mentirosos. Se manifiesta a través del rayo, con el cual castiga a quienes quieren hacer daño a terceros. A mi, me recuerda a Zeus. Hêviosso es conocido como Santa Bárbara en Cuba y como San Jerónimo en Brasil.

Sakpata: Es el Dios de la viruela. Es el Vudú de la tierra. A través de él, se intenta buscar remedio a las epidemias. Es muy temido y no se puede pronunciar su nombre. Los adeptos de Sakpata suelen ser grandes herboristas y tienen la virtud de saber currar con las plantas. No tiene representación ninguna en fetiches. Tal como no se puede ver a Mawú, ni representarlo, de la misma manera no se puede representar a Sakpata. Es Sant Lázaro o san Sebastian en Brasil o San Roque en Cuba.

Lisa Aganman: Es el Vudú representado por el Camaleón. Tiene muchas virtudes. Es un ángel de la guarda para sus adeptos o para lo que le rezan. Anuncia la felicidad y también la desgracia. Dicen que si vas por un camino y te encuentras con Aganman que va en el mismo sentido que tu, o cruza el camino de un lado a otro, es que se avecina cosas buenas. Pero si te lo encuentras parado en medio del camino, o que va en contra de tu dirección, mejor dar medio vuelta.

Lègba: Es un dios que sirve de intermediario entre humanos y dioses. Es contradictorio. Puede ser muy malo y su fetiche está provisto de un falo enorme que simboliza la virilidad. Es el Diablo aunque la gente no le teme porque también da cosas buenas.

Dan: Es la serpiente pitón, que da la solución para salir de las desgracias y de las situaciones difíciles. Es el Vudú de las aguas. Representa tanbien la riqueza y la fecundidad. Se representa con el arco iris y se dice que con el, ayuda a Hêviosso a subir al cielo después de bajar a la tierra. Es el protector de otros Vudús. La pitón es sagrada y no se le puede matar y cualquiera que lo hace se puede atender a las consecuencias.

Ogún: Dios de la guerra y del hierro. Es el dios de los herreros. Es San Antonio de Padua en la Bahía, San Juan Bautista y San Pedro en Cuba, y San Felipe en Haití.

… Y muchos más.

Todos estos Vudús tienen muchos adeptos que respetan al Vudú en sí y todas las costumbres y “tótem” que le acompañan. Todo el mundo reza a tal o a tal Vudú para que le proteja o para que le ayude. Nadie hace nada sin consultar a los Vudús. Se les reza a diestro y siniestro, en todas las casas, de la misma manera que aquí la gente reza a Jesús o a todos los Santos. Los Vudús a veces se manifiestan a través de sus adeptos. El alma del poseído puede abandonar el cuerpo y entrar en trance.

El Vudú es una Religión. Y nada tiene que ver con la brujería y las encantaciones. Esas son las fuerzas sobrenaturales, oscuras y malignas que desgraciadamente, abundan en muchos pueblos. Pero están allí los Vudús para proteger contra la brujería.

Sin embargo hay una expresión, que usan algunos que es: “Te voy a hacer Vudú”. Esto se decía antaño, cuando uno, victima de un robo o de cualquier mala acción, quiere rogar a un dios para que castigue al malhechor. Entonces le dice esta expresión, que en realidad se usa como símbolo de buscar un castigo a alguién a través del Vudú. Esto hoy en día, está muy mal visto. Y, él que lo dice, está directamente relacionado con la brujería porque mucha gente, al ver que los dioses manan callados, recurre a la brujería para obtener aquel castigo.

Los Vudús son dioses que pueden castigar cruelmente y a la vez cubrirte de felicidad. No se puede jugar con sus nombres o minusvalorarlos. Nos protegen, pero hay que creer en ellos.

El Vudú es una religión del animismo.

La sincretización de los santos, son del libro: GBEME-HO, KOUTOME-HO de Manuel Serrat Crespo.

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martes, 6 de abril de 2010

LOS QUE NO VEN...

Hola hija,

¿Cómo estás? ¿Cómo te va allí? ¿Comes bien?
Aquí todo va bien. Los dioses de la lluvia han sido benevolentes y nuestros campos están verdes. Los maizales están cargados y se espera que la hambruna de hace varias lunas, no se vuelva a repetir. Ahora es la estación de calor y pasamos las tardes bajo los grandes árboles, aquellos donde tu tía, la “vaga”, se quedaba siempre dormida hasta el anochecer. Los viejos del pueblo preguntan por ti. No sé si te acuerdas de la prima de la segunda mujer del primer hijo del Rey, pues ella también pregunta por ti. Todo el mundo pregunta por ti. Y no sabes con que orgullo y con qué engreimiento les decimos que estás en Europa…Tu hermana pequeña no para de decir a la gente, ya con arrogancia y altivez, que estás en el país de los blancos. Está insoportable.
¿Te acuerdas de “El tutor”? Aquel respetable hombre mayor, que es el único que sabe leer. Aquel que dice que es “el más consciente de su generación”. ¿Te acuerdas de él? Pues nos explica cosas de allí, de allí donde tú vives y claro la gente del pueblo ya sabe todo de ti...

Dice que los blancos nunca van descalzos, que las calles son todas rectas y limpias. Nos ha dicho que las chicas tienen el pelo tan largo que les llega hasta la rodilla. Que los hombres son todos ricos y que todos en ese país no paran de sonreír. Dice que hace sol, todos los días. El Tutor nos ha dicho que esta gente es feliz, que allí no hay problemas. Que no tienen enfermedades, ni sequías, ni el aire sucio y seco que respiramos aquí. Dice que la gente va por las calles cantando y que los blancos cuando ven a los negros tienen ganas de ser sus amigos.
Nos explica que los blancos te lo regalan todo. Que su amabilidad llega a tales niveles que te dan dinero si lo necesitas o coches si los quieres. ¿Es verdad que el gobierno sólo llegar, en el país, te regala un trabajo, una casa y un coche? Nos lo ha dicho El Tutor. Desde luego, qué buena gente, estos blancos.

Dice El Tutor, que las casas son tan altas, tan altas, que si quieres puedes tocar las nubes, que los coches son enormes, grandes como casas, que todo el mundo sin excepción, tiene más de uno y que la gente no camina jamás porque van todos en sus coches. También nos ha explicado que cada día hacen festines con comida exquisita y bebida de todo tipo. Nos ha dicho que hasta la cárcel de los blancos es mejor, en comodidades, que todos los palacios que pueda haber aquí. ¡Dios!
El tutor dice que todas las mujeres llevan tacones, y vestidos elegantes y de “Haute Couture”. Dice que allí es el paraíso y que no hace ni falta trabajar. Que aún sin trabajar ganas dinero. Dice que allí, la luna y las estrellas son más grandes y que por la noche hay luces por todas partes, tanto, que de noche, parece de día. No nos lo podemos imaginar. Hija, esto es muy fuerte.
Dice que el champú tiene el mismo color que el aceite, que de los grifos, sale agua caliente o agua salada, o incluso a veces bebidas refrescantes. Dice que allí llueve hielo y que a veces hace tanto frío, que sale humo de la boca. Pero ¿qué se cree el Tutor este? Se piensa que somos tontos. ¡Claro que no nos lo creemos! ¿Cómo va a llover hielo? ¿Eh? ¿Y cómo va a salir humo de la boca sin fumar? Mentira cochina, como cuando nos dijo que había blancos enanos, blancos gemelos, blancos albinos y también blancos mendigos. Este hombre se aprovecha de nuestra ignorancia. ¿Cómo va a haber blancos enanos? ¿O gemelos? ¿O mendigos? Desde luego que El Tutor será “el más consciente de su generación”, pero se inventa muchas cosas.
Dice que los trenes son tan largos, que es imposible atravesarlos en un sólo día y que van tan rápido que los pájaros se mueren y que los viejos se quedan sordos a su paso. ¡Esto ya, directamente, creemos que se lo ha inventado! Pero ¿quién se cree esto? Vale que los viejos se queden sordos, pero ¿Quién se cree que un tren sea tan largo?
Dice que hay televisiones por todas partes y que algunos tienen la imagen tan fina que no se puede mirar mucho rato, que sino pierdes la vista. Tú no lo hagas eh, hija. No seas demasiado curiosa, que ya te conozco. Nosotros no tenemos televisiones y tan bien que estamos.
El tutor nos ha dicho que en el país, allí donde estás, que no hay gordos como tu tía “la gorda”, ni gente fea, ni locos por la calle. Dice que todos son guapos y maravillosos.

Y nosotros, tu familia, tu gente, tus amigos, te imaginamos allí, por la calle, bien vestida, con tus zapatos de tacón, hablando con tus amigos, riéndote con ellos, en tus coches, cada día. Seguro que estás tan bien que ya ni debes acordarte de nosotros y la tierra nuestra te parece lejos. Todo el pueblo sólo habla de que estás ya tan rica, por el tiempo que has pasado allí, que volverás con un coche tan grande que cabría toda la genealogía de nuestro primero Rey. Paz a su alma. Que sólo llegar, demolerás nuestra vieja casa familiar del pueblo e edificarás un palacio con cristales y miles de espejitos en toda la fachada, como lo hacen los ricos. Así podría verse, nuestra fachada reluciente y brillante, desde todos los tejados de los otros pueblos de la comarca. Nadie podría mirar nuestra fachada sin parpadear por la luz del sol, reflejada en los miles de espejitos. Esto es el poder, hija. Se me ponen los vellos de punta al imaginármelo.
Seguro que nos comprarás telas multicolores a todos para que vayamos cada día como de domingo. Comeremos arroz todos los días y dejaremos de caminar porque ya tendríamos nuestros coches. Nos sentaremos delante de nuestro palacio, con la ropa brillante, lentejuelas, plata y oro; Con nuestros zapatos de vestir para que nos vean los vecinos. Nuestros enemigos adelgazarán de envidia. Se me han vuelto a poner los pelos de punta.
Nuestra familia será grande gracias a ti. Y será próspera. Hicimos bien de poner todos nuestros ahorros para que te fueras allí. Y nos quedamos tranquilos al saber que estás en un ambiente favorable, divertido e ideal.

Búscate un hombre bien, que tenga ganas de cuidarte, y si tienes que escoger, escoge al que te quiere, no al revés. Hazte buenos amigos. Dice el Tutor, que todos los amigos son buenos en estos países de los blancos. Yo, que te parí confío en que tu escogerás a los mejores, los más tolerantes, que serán los que tolerarán nuestra realidad de aquí, si algún día te quieren conocer, mejor.

Nos han llegado noticias de que allí hace frío. Hija, ¡Abrígate!

Aquí estamos bien, anhelando tu vuelta, que será el principio de nuestro auge familiar. Que los dioses de la tierra estén por ti.

¡Adiós hija!

PD: ¿Es verdad que existen blancos enanos? ¿Y blancos mendigos o gemelos? Es que el Tutor nos ha creado la duda.

“Cartas de casa” del libro “Las Cartas de Yaïvi"