lunes, 22 de febrero de 2016

EL BUNTU.

 

El Buntu o “Bountou” en el idioma Fon es un juego al que han jugado todas las niñas de Benín... Un juego de sumas, de restas, de cantos y de saltos que sólo ganaban las más avispadas. Había que ser rápida, intuir qué paso iba a dar la contrincante e anticiparse a su juego para ganar. El Buntu también lleva palmas, palmas acompasadas con la canción del juego y con el paso que hay que dar.

Para jugar al Buntu simple, cada una escoge un signo entre el “+” y el “-“ y se colocan una frente a la otra. El “+” significa que las dos contrincantes, sacan piernas distintas y el “–“que sacan la misma pierna. Se juega en 7 tiempos acompañados con las palmas, los saltos y la canción:

 “Pam  pam  pam. Elé  wô.  Elé  févi.”
    1      2       3       4     5      6     7
  • Se hacen 3 palmas en: 1 – 2 – 3
  • Se golpea la cadera en: 4
  • Otra palma en: 5
  • Otra vez cadera en: 6
  • Y la última palma acompañada de un salto que se acaba echando la pierna hacía delante en: 7  
Cuando el juego pilla cadencia, ya no son necesarios los pasos 1 – 2 – 3. Se puede estar haciendo los 4 últimos pasos hasta que una de las dos quede agotada. El Buntu es ritmo frenético, sudor, gritos y risas, muchas risas.
Jugábamos a dos, a tres o a mil. Cuanto más éramos, más divertido era el juego. Entonces hacíamos dos grupos o un circulo con una chica en medio, que tenía que ir ganando y sumando puntos porque sino era reemplazada por otra. Había principiantes, había expertas pero todas con ganas de reír. Lo importante era ir sumando puntos ganando y anticipando la pierna que la otra iba a sacar...

Un juego que era tan adictivo que decían que quien se prestaba a ello no estudiaba jamás. Decían que amuermaba las capacidades del buen estudiante. De allí la canción del mismo juego que dice:

“Bountoun man yin lesson
E zin zin to yê. E e zin zin to yê”

Que viene a decir:

“El Buntu no tiene nada que ver con los deberes.
E zin zin to yê. E e zin zin to yê”

Aunque hay que reconocer que las expertas en Buntu no estudiaban mucho, ni se sabían las lecciones ni hacían los deberes... Sí el juego enganchaba mucho.

Ay el Buntu…

Era un juego tan divertido que es una pena que ahora con los móviles, ya no sea habitual oír el coro de las chicas cantando aquellas canciones que a mi generación nos lleva a nuestra infancia. Yo a mis hijos les enseñaré el Buntu, el Béa, el “Mori Monba Tuni”, el “Kokokoko Manya Zinkpo Dé”, el “Agban houé … Les enseñaré todo esto que para mí, es tan valioso.

Ojala no se me olvide jamás nada.

Nada de aquellos días de niñez en los que lo único que queríamos era merendar rápido e ir a conquistar el patio con las amigas y jugar al escondite a la luz de la luna . Aún oigo nuestras risas, aún oigo nuestra inocencia. Tantas horas de recreo, tantos rincones con historia y tanta gente que recordar… Ojalá mis niños tengan algo de aquella niñez que yo tuve. Éramos pobres, pero no nos faltaba de nada. No pasábamos hambre y nuestros días eran tan intensos y tan ocupados que nuestras madres tenían que luchar contra nuestro sueño para darnos de cenar.

El Buntu es la marca de una generación. La mía.