martes, 4 de marzo de 2014

CUANDO PIERDES LA RESIDENCIA...


“No tengo ni casa en la tierra, ni barca en el agua...”

En el mundo de Júpiter, las desgracias son varias. Y las adversidades golpean de manera sangrienta como si la naturaleza encontrara algún oscuro placer en hacer daño a la gente. Pero más allá de todas las desgracias universales, hay otra que sólo ocurre a algunas personas.

Nuestros mundos son diferentes y nuestras realidades son distintas, pero podríamos decir que vuestro mundo es mejor. Sí. Mejor en servicios, mejor en oportunidades, mejor en comodidad y bienestar. Sí. Podemos decir que nuestros países detienen la esencia de la simplicidad de la vida, pero los países caucásicos detienen la comodidad de la vida y la esencia de unas muchas perspectivas alentadoras.

Obtener un visado para entrar en los países europeos es casi imposible. Piden papeles del que el propio inmigrante jamás ha oído hablar. Llegar a estos países es difícil, y hacerse una vida normal es complicado, porque pasa por conseguir un documento único que te permite ser y estar. El documento de identidad de los inmigrantes, cuya obtención es un laberinto de documentos, citas, formularios y condiciones que no todo el mundo puede cumplir. Una tarjeta de residencia que es toda una referencia: el NIE. Y sin referencia, uno pierde la memoria…

De todas las desgracias de los inmigrantes, la más grande es perder la tarjeta de residencia. Pero no perderla en el país de residencia, porque los blancos siempre te dan una solución, sino perderla de vacaciones en el país de origen.

Perder la residencia es perder lo que uno es. Y esto genera un síndrome más grande que el síndrome de las fronteras. Un miedo espantoso que hace que todos guarden la tarjeta y la cuiden como si fuera otro corazón.

Perder la residencia es perder la poca vida que uno ya se ha forjado.
Perder la tarjeta de residencia es perderlo todo.
Perder la residencia es perder los sueños y los deseos.
Perder la residencia es encontrarse sólo ante una vida vacía.

Cuando pierdes la residencia, pierdes las posibilidades.

Y el inmigrante se encuentra desamparado, sin saber qué hacer porque las autoridades o los organismos especializados en aquellos asuntos no le dan ninguna solución. Lo que los blancos solucionarían en días, allí no tiene ni principio. Y ya no sabe qué hacer. Se encuentra prisionero, a la fuerza, en su propio país porque él ya no es de allí. Y se agota psicológicamente, porque aunque esté en su propio país, ya lleva mucho tiempo fuera construyéndose otra vida. Mucho tiempo lejos de allí como para tener una rutina normal. Demasiado tiempo como para volver a arrancar. Nadie piensa como él. Tiene que volver a empezar de cero en un mundo que ya no es suyo.Y se encuentra extranjero en su propia tierra, lejos de todo lo que él conoce...

Y me acuerdo de aquel senegalés que grababa videos en Youtube apelando a la gente que le conocía para que le viniesen a buscar. Se había ido de viaje a Senegal y había perdido la residencia. Deletreaba los nombres de la gente que conocía, la sociedad en la que trabajaba, los lugares que frecuentaba; e imploraba a la gente que le viniesen a buscar. Suplicaba que le viniesen a buscar… Porque en esta desgracia, sólo un blanco te puede salvar.

Cuando pierdes la residencia, es que lo has perdido todo.

"No tengo ni casa en la tierra, ni barca en el agua..."

No tengo nada más que una tarjeta con mi nombre y mis datos que me permite construir una pequeña vida aquí. Una vida frágil porque básicamente, cuando estoy en el extranjero, todo depende de esta tarjeta. Las amistades, los amores, el trabajo, los lugares… Todo, me lo da esta tarjeta. Y cuando la pierdes, todo lo vivido, lo amado, lo construido, se esfuma como si jamás hubiera existido. Y cualquier inmigrante que viaja, viaja con miedo de no poder volver si le ocurre aquella desgracia. 

No tengo ni casa en la tierra, ni barca en el agua... Cuando pierdes la residencia, pierdes incluso lo que no tienes. Y cada vez que me toca viajar, siempre se me viene a la cabeza una pregunta grotesca:

Si pierdo la residencia, ¿Quién me vendría a buscar?

http://yaivi.blogspot.com 




3 comentarios:

Juan dijo...

Si te tuviese delante te echaría una bronca y luego te daría un abrazo..... Porque una vez mas te leo y mientras disfrutaba haciéndolo no dejaba de pensar... ¡¡ Que pena... !! Que pena que tu genialidad pase casi de puntillas, a cuenta gotas... Tienes potencial para compartir tanto en éste mundo tan necesitado de descubrir y ampliar miradas, horizontes, emociones, sentimientos y hasta humanidad y conciencia... Tienes el maravilloso don de pintar mundos y realidades con tus palabras, eres capaz de llegar al corazón y hasta de acariciar el alma... Y cada vez que te leo, siempre se me viene a la cabeza una pregunta grotesca. Si no nos abres los ojos, quien nos vendrá a buscar y sacar de nuestro mundo de orgullo, arrogancia, egoísmo e insensibilidad al dolor ajeno por el simple hecho de haber nacido a éste lado de la frontera?.

Sergio dijo...

A mi me debes una ruta por tu país, así que podría aprovechar para cobrarmela cuando te pase eso.

De mientras no te pasa, pues a disfrutar de tu estancia allí.

Samaiaui dijo...

Como siempre, un post genial.
Me parece una situación desesperante y más increíble que no haya forma más lógica, rápida y burocrática de obtener el duplicado de algo que tanto ha costado conseguir.
saludos