miércoles, 17 de marzo de 2010

EL "DÉLESTAGE".


Hace poco, por culpa de la nieve, muchas regiones del nordeste de “Catalunya” se quedaron sin energía, y me acorde del “Délestage” que hubo en mi país, en todo el territorio nacional.
El “Délestage” es cuando no hay electricidad para todo el país. Cosa habitual en las tierras del "Dahomey". Pero en aquella época del Gran “Délestage”, la cosa fue bestial. Había aún menos energía de lo normal, y para lidiarlo, el gobierno “competente” tuvo una idea genial: dar electricidad a un barrio durante unas horas y después a otro barrio durante otras horas y esto, aleatoriamente. Esos africanos…
No sabíamos cuando tendríamos energía, ni cuanto rato la tendríamos. Nadie sabía nada. Los generadores, resultaban caros, y todos tirábamos de las viejas lámparas de petróleo. Africanos conformistas, ya nos parecía bien. Nos quejábamos en nuestras casas, sin ir más lejos, y jamás hicimos ni una huelga, ni una manifestación por la falta de energía, porque nosotros, nos dejamos guiar por el: “¿Qué le vamos a hacer? ¡Es lo que hay!”.
La cosa no hubiera dado más de sí, si no fuera que el Gran Délestage, coincidió con la primera telenovela de nuestra historia. “Rosa Salvaje”.
Aún se me ponen los vellos de punta al recordar la melodía de inicio de aquella telenovela mejicana. Rosa, medio huérfana, con la cara pintada de betún para dar el efecto de pobre huérfana sucia, vivía con su madrina. Pobre muchacha, enamorada de Ricardo, rico heredero, quien se casó con ella para enrabiar a sus horribles hermanas Dulcina y Candida. Y estas dos, juntas, le iban haciendo la vida imposible a la pobre Rosa. Un argumentazo.
Antes que todo, hay que reseñar que los Dahomeenses son un pueblo ardiente y pasional, y también con facilidad para viciarse a las cosas que salen de lo habitual. Todos estábamos subyugados ante el dramatismo de los actores, historias rocambolescas, con absurdos suspenses, que a nosotros nos ponían la piel de gallina.
El caso era que todo el país (alumnos, profesores, padres, funcionarios, ministros, directores, periodistas, vendedores, analfabetos…), todos, estábamos enganchados a la telenovela. Sólo se hablaba de esto, en los taxis, en los barres, en las clases. Rosa era un ejemplo a seguir. Tenía tanta repercusión, esta telenovela, tanta, que hacían un avance en el telediario de los momentos cumbres del próximo capítulo. Tenía tanta repercusión, tanta, que cuando empezaba la melodía de inicio, todo el mundo dejaba lo que estaba haciendo, fuese una intervención quirúrgica o cerrando la caja de un banco. Tenía tanta repercusión, tanta, que el humor matinal del país dependía de como acababa el capitulo de la noche anterior.
Aún recuerdo aquellos locutores matinales con la voz apagada, una parsimonia profunda, porque Rosa, la noche antes, acabó el capitulo llorando. ¿Cuántos profesores llegaron a clase, sin ánimo, con los ojos hinchados y con ganas de suspender las clases, sólo porque la noche anterior Rosa cayó en las redes de Candida? ¿Y cuantos alumnos rechazaron las ganas de vivir, sólo porque la madrina de Rosa sufrió un terrible accidente? La gente por la calle iba desanimada si Rosa acababa triste, mercados silenciosos, toda la gente ensimismada, con el corazón compungido y suspirando. Y cuando el capítulo acababa bien, pues todos aplaudíamos y el día siguiente era un mar de alegría. Hasta las flores eran más bonitas, las madres más comprensivas y los profesores más benevolentes. Aquello era brutal. Más brutal que el metal. Rosa Salvaje era un asunto de estado.
También hay que decir que en el Dahomey, dejamos libre curso a nuestras pasiones y la gente motiva a los actores mientras miran la serie. Más de uno gritaba: - “¡Rosa corre! ¡Corre hija corre!”. O “¡No lo hagas Rosa. Nooo!” “¡Rosa! ¿No lo ves? Te está engañando…”.

Pues nos volvimos todos locos, porque se nos juntó el Gran Délestage con Rosa Salvaje.

El caso era que nos poníamos a mirar la serie y de repente se cortaba la electricidad.
Cuando esto sucedía, la gente salía disparada de sus casas al instante, con lo puesto, sin mirar atrás y sin saber en cual barrio había luz y en cual no. Y cuando ya tenían la suerte de encontrar un barrio con luz, entraban en trombas en las casas de otros, pidiendo hospitalidad para mirar la telenovela. A veces entraban en las casas, decenas de personas, para suplicar dejarlos mirar Rosa Salvaje, porque no tenían electricidad. Horda de gente corriendo por la ciudad como si hubiese una catástrofe porque el tiempo estaba en contra. Rosa Salvaje sólo duraba 30 minutos. Y de repente, en medio de la locura general, se encontraba un grupo que venía del norte con un grupo que venía del sur. Diálogos surrealistas.
- Venimos de allí y no hay luz
- Pues por allí tampoco.
Entonces se paraba el tiempo un segundo y la gente cambiaba de rumbo.
A veces era gente que venía de lejos, de varios barrios más allá. Algunas veces, incluso, se rumoreaba en que barrio habría electricidad y la gente ya salía de sus casas con antelación a la búsqueda de aquel barrio que supuestamente tendría luz a les 8:30, hora de la telenovela.
A esta hora, no había nadie por las calles. Las gasolineras se quedaban vacías, con toda la hilera de coches esperando, vacíos. Las tiendas, vacías. Todo, vacío. No había nadie en las carreteras, excepto los afortunados que tenían coche y que también iban en busca de otro barrio con luz con su familia, para mirar el resto de la telenovela. También por las calles, se veía un gran grupo de personas mirando un mini televisor de una de esas “cafeterías ambulantes” que tenemos nosotros.
La escala de suceso era surrealista. Había muchos accidentes por descuido porque la gente dejaba inmediatamente lo que estuviera haciendo, cuando empezaba la telenovela.
Un día, una mujer se fue corriendo de su casa cuando se le apagó la tele. Se dejó el fuego encendido y se quemó todo un barrio. Y se oía en el telediario, el día siguiente, como decía la gente: - “¡Pobre mujer! Me podía pasar a mí. Es que ayer Rosa abofeteó a Candida. Cualquiera puede olvidarse del fuego. Es normal. Muerte a Dulcina. Víbora maloliente. ¡Viva Rosa!”

Mi padre, hombre listo y serio, me sorprendió cuando justo en el capítulo en el que Rosa se encuentra con su madre biológica y esta, con esas pausas cardiacas de telenovelas, le dice: - “Rosa, yo… soy… tu…”.
¡Vuuuuum!
Se fue la luz. Nos quedamos todos, mi familia, más la gente que había venido, mirando el puntito de la pantalla que cada vez se hacía más pequeño y al unisón, salimos disparados. Un caos. La gente empezó a correr, entre los cuales mi padre, hombre culto que muchas veces pasa de tonterías. Salimos a la calle, en la oscuridad de la noche buscando un medio de saber en que barrio había electricidad, para no perdernos el momento cumbre de la historia aunque todos los momentos lo eran. ¿Le habrá dicho la mujer a Rosa, que ella, era su madre? ¿Cómo se tomaría Rosa ser hija de una mujer rica y poderosa? ¿Por fin Candida Y Dulcina probaran sus propias medicinas? Todo estaba en juego. Se nos pasaron los momentazos de la telenovela como cuando se te acaba la vida. Había gente que gritaba: - ¡Dios mío, llévanos hacia la luz! Por algo, mi país es un país católico. - ¡Yo me muero si no lo veo! Por algo somos pasionales. - ¡Ai! ¡Que desgracia! Por algo somos megalómanos…
La gente iba corriendo. Todos juntos, hasta que nos encontramos con un grupo de gente en la oscuridad que nos dijeron las palabras malditas: - ¡Venimos de allí y no hay luz! Y entonces reinó el Apocalipsis. Había gente en “choc”, dando vueltas sobre sí misma sin saber por donde ir. Cada uno iba en la dirección que creía acertada. Yo me quedé con mi hermana mayor. Cogimos un taxi con la indicación de: - "¡¡¡Hacia la luz por favor!!!". El taxista nos explicó que él también sólo estaba en busca de un barrio indeterminado. Había gente corriendo por todas partes sin saber hacia que barrio ir.
Este día, al final tuvimos que volver, que no nos dio tiempo. El capítulo ya se había acabado.
En la época del Gran Délestage, nadie sabía nunca, donde, en que barrio o en que casa acabaría mirando Rosa Salvaje.

Ya sé que se lo está pasando muy mal la gente del nordeste de “Catalunya”, pero sólo era para ponerle un poco de humor al asunto.Que sin energía no se puede vivir. ¡Hombre!

* Algunas palabras están entre cometas, porque están escritas en otro idioma.

Pasaje del próximo libro “Historías de allí” de YaÏvi.

http://yaivi.blogspot.com/

2 comentarios:

Miércoles dijo...

En España la telenovela que rompió récords en su día (también la primera sudamericana que vimos) se llamaba Cristal :-)

Ahora lo más parecido a ese furor de masas es el fútbol. Yo tenía un profesor en el colegio que ponía o quitaba exámenes "sorpresa" según le fuese al Barça. Pero no es lo mismo, claro.

IvanBalta dijo...

Me ha parecido mu divertido como lo cuentas y confesar q yo tambien vi Rosa Salvaje .. e inclusive cantaba la cancion del principio (cantado x la misma protagonita q era cantante ademas) Rosa Salvaje! la la la!