Casi sin darme cuenta, llegó el día en el que papá dejó de arreglarlo todo y mamá ya no tenía las respuestas a todas mis preguntas.
Llegó el día en el que las facturas ya no se pagaban solas, los platos no se limpiaban por “generación espontánea” y, desgraciadamente, la ropa sucia ya no aparecía doblada encima de la cama como por arte de magia.
Casi sin notarlo, llegó la etapa de cambiar el furor de los cubatas por el sabor de un buen vino y las noches de discoteca por interesantes conversaciones en un Pub agradable.
Llegó la etapa de darse cuenta de que el concepto de diversión había sufrido una metamorfosis de mariposa a gusano, y tú que hacías de la vida un juego, de repente te das cuenta de que jugando, lo que apuestas es demasiado.
Casi sin verlo venir llegó el momento de vivir en sueños reales, cambiándoles las alas por un buen par de zapatos.
Llegó el momento de descubrir que ya no se aguantan en el aire, los barquitos de papel con los que navegabas por las nubes; el momento de saber que no queda otra que secarlos al sol a coger fuerzas, porque en la tierra las aguas son algo más tormentosas.
Casi sin saber cuándo elegiste crecer, llegó la hora de madurar, llorando por la inocencia perdida y los llantos malgastados, tragando a sorbos el, a veces indigesto sabor de la responsabilidad y aprendiendo a relacionarte con un silencio interior que en ocasiones ensordece.
Casi sin saber cómo, y con miedo de saber demasiado, llegó el momento de pautar un diálogo entre la niña que se niega a morir y la adulta que no se cansa de crecer.
Texto de Laura Maroto.
Llegó el día en el que las facturas ya no se pagaban solas, los platos no se limpiaban por “generación espontánea” y, desgraciadamente, la ropa sucia ya no aparecía doblada encima de la cama como por arte de magia.
Casi sin notarlo, llegó la etapa de cambiar el furor de los cubatas por el sabor de un buen vino y las noches de discoteca por interesantes conversaciones en un Pub agradable.
Llegó la etapa de darse cuenta de que el concepto de diversión había sufrido una metamorfosis de mariposa a gusano, y tú que hacías de la vida un juego, de repente te das cuenta de que jugando, lo que apuestas es demasiado.
Casi sin verlo venir llegó el momento de vivir en sueños reales, cambiándoles las alas por un buen par de zapatos.
Llegó el momento de descubrir que ya no se aguantan en el aire, los barquitos de papel con los que navegabas por las nubes; el momento de saber que no queda otra que secarlos al sol a coger fuerzas, porque en la tierra las aguas son algo más tormentosas.
Casi sin saber cuándo elegiste crecer, llegó la hora de madurar, llorando por la inocencia perdida y los llantos malgastados, tragando a sorbos el, a veces indigesto sabor de la responsabilidad y aprendiendo a relacionarte con un silencio interior que en ocasiones ensordece.
Casi sin saber cómo, y con miedo de saber demasiado, llegó el momento de pautar un diálogo entre la niña que se niega a morir y la adulta que no se cansa de crecer.
Texto de Laura Maroto.
Gracias Laura. ( + x + = + ). Te quiero.
1 comentario:
Gracias a tí, es para mi un orgullo formar parte de un trocito de este blog.
Un fuerte abrazo :)
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