lunes, 7 de enero de 2013

TEMIENDO A LA MUERTE.


Temo a la muerte con el miedo de los que están lejos de casa.  
Temo a la muerte con el pánico de los han dejado atrás a toda su gente.
Tengo el miedo de los que lloran sus seres muertos, solos en la oscuridad.

Muerte cruel que no avisas.

Temo a la muerte de la gente que quiero, de la gente a cuyo entierro no puedo ir, de esa gente que sí ha compartido mi vida y no efímeramente. Gente que tanto ha significado para mí y que sin embargo ahora está lejos. Lejos de mi…Lejos de mi… Allí tan lejos de mi. Que injusto es el mundo que hace a unos nacer en un lugar, pobres e infortunados y a otros en otro lugar bendito donde todo el mundo goza de un bienestar social…

Que triste es la vida del inmigrante… Allí está, llorando la muerte de un hermano, con los ojos enrojecidos, con su alma en pena y sin nadie a quién confiarse, sin nadie a quien explicar la magnitud de su dolor…

Los blancos son fríos. Te dicen que no pasa nada. No saben que para nosotros, la muerte va más allá de una simple defunción. No saben que para nosotros, la muerte es sagrada. Y el inmigrante se siente desdichado por haber fallado a algo tan sagrado, porque no se pudo despedir. Intenta que no le duela, pero no puede. Piensa en toda su gente que se ha muerto y a cuyo entierro él no ha podido ir. No tiene papeles. No tiene dinero. Hay escalas, en las que la pobreza se hace dueña de la propia voluntad…
Qué triste es no poder ir al entierro de un padre, de un hijo, de un hermano o de una madre. … Qué grande es el dolor de no poder ver su rostro una última vez.

Temo a la muerte que pilla desprevenidamente, dejando heridas abiertas y una impotencia dolorosa. Tengo el miedo de los que viven la vida de su gente por teléfono, porque es lo único que pueden hacer. Y os aseguro que no hay nada más trágico que perder a gente a distancia, que no hay nada más atroz, que oír llantos desgarradores por teléfonos sabiendo que no puedes hacer nada. Llantos que te persiguen toda la vida. Llamadas que hunden. Así se llaman. Yo temo a esta muerte.

Tengo el miedo de los inmigrantes. Un pavor sordo en el que un simple resfriado de un familiar del país de origen es semejante a una dolencia mortal. Cualquier herida que tienen allí, a mi me duele el doble. Cualquier golpe que se dan, yo lo noto aún más. Y cualquier enfermedad que tienen allí, para mi, es como una carrera contra el reloj de la vida. … Allí, la gente muere por un simple catarro. Me duelen sus heridas y sus infecciones. Me duelen sus cortes y sus enfermedades. Y mi consciencia pelmaza me tortura imaginando enfermedades atroces y muertes dolorosas.

Tengo el miedo de los que saben que no pueden abrir una puerta y aparece allí. Miedo de los que están lejos. Alerta máxima constante que hace llorar a los hombres más fuertes y a las ánimas más dicharacheras. Lágrima amarga que resbala por una mejilla con una mezcla de cansancio y de frustración. Angustia de los que no tienen ningún medio para ir al entierro de un hermano, de un a madre o de una abuela muerta. Los hay con suerte, que se siguen buscando. Y los hay, que van buscando esta suerte sin encontrarla jamás.

Tengo el miedo de los que nunca están, de los que no se perdonan por no haber estado allí.

Cuando estás lejos, no hay ninguna diferencia entre lo bueno y lo malo. Los dos duelen igual. Lo bueno porque no está allí,  nostalgia y tristeza; lo malo porque no te lo imaginas en su justa medida.

Muerte te temo.

Si. Temo que llegues sin avisarme. ¿Qué mundo es ese? Yo no lo quiero. ¿Qué vida es esa? Yo no la quiero. Temo a la muerte pero no a la mía, sino a la de los que quiero.

Temo a la muerte porque cuando estás lejos, todo duele el doble.

http://yaivi.blogspot.com 

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Cuando murió mi madre, hace más de 30 años ya, yo era poco más que un chaval. La cuidé día y noche, durante meses. Murió después de una espantosa época de dolor e invalidez. Unas horas antes del día fatídico, alguíen me dijo que no le tuviera miedo a la muerte, que era muy joven para temerla. Y yo le contesté lo mismo que tu piensas ahora: "no le temo a mi muerte, temo a la muerte de mi madre". "Eso es que eres joven y en el fondo la ves muy lejana, tanto que te crees poco menos que inmortal", me contestó. Ahora, que la muerte ya está más próxima, biológicamente hablando, a mi, sigo teniendo pesadillas sobre la muerte de mis seres queridos, de los que ya no están y la de los que aún viven. Sufro y sueño especialmente con la muerte de una persona a la que amé mucho y que no he vuelto a ver en más de 4 años. Jamás he soñado sobre mi muerte, pero, casi cada día, veo a ese cuerpo que tanto amé, consumido en terribles dolores. La enorme distancia y el absoluto desconocimiento son terribles. Que gran mentira lo de "ojos que no ven..."
Solo puedes mirar tu duelo.

Torbellin dijo...

Mi padre tambien murió. "Accidente vascular" segun la literatura medica, remedo de un manual de instrucciones para arreglar maquinas pero aplicado a personas.
...Asi que a esa "cosa" que era mi padre se le habia estropeado algun mecanismo...
Doctor: " Siento decirle que lo que le ha pasado a el es muy grave. Muchisimo. No puedo darle falsas esperanzas, en estos casos no hay nada efectivo que se pueda hacer ya"
Asi que la maquina no podia ser arreglada.
El, hombre para mi, maquina para la maquina de un sistema maquinal, estaba tumbado en la camilla de un oscuro cubiculo de urgencias. Completamente lúcido y atento, preguntando con fastidio por que no podia mover las piernas.
"Es tu protesis de aorta, papa, los medicos van a operarte" le decia mientras masjeaba sus piernas tibias.
El punto en que la soberbia tecnologica se va por el retrete, al menos para mi, incapaz de aceptar la humildad, la ignorancia, la... Fragilidad del ser humano eliminando lo humano de la ecuación para salvaguradar el resto de la farsa.
Si, los blancos son frios, sobre todo cuando se usa y excusa a la ciencia como escudo.

IvanBalt dijo...

Impactante ...Sin Palabras ...Haz sabido plasmar bien esos sentimientos esos miedos esas impotencias .....un saludo y felicidades por el blog

romelboy dijo...

Descarregat de tant pes, potser llavors comencis a volar