En toda mi vida, sólo he votado una vez. Una sola e única vez.
Y no es que me niegue a cumplir mis deberes cívicos, pero es que por diversas condiciones, pues sencillamente no he vuelto a votar más. Esto no tendría nada de especial, si no fuera que la única vez que yo vote, había 110 partidos políticos en acción, y también, era la primera vez en nuestra historia que una mujer, Marie-Elise Gbèdo, lideraba uno de los partidos. Pero lo más fuerte es que estas elecciones se declararon nulas. Mi primer y único voto fue en unas elecciones con tongo. Corría el año 2001.
De los 110 partidos, había dos más fuertes, liderado uno por Mathieu Kérékou, que no tenía partido y el otro por Nicéphore Soglo.
Situándonos en la Historia del Dahomey, uno de los líderes en aquel 2001, Kérékou era un militar político, nombrado presidente del Consejo Revolucionario de las Fuerzas Armadas por orden de su primo Maurice Kouandété, después del golpe de estado de 1968. Comandante de una unidad militar y jefe de personal del Ejercito del Dahomey, Kérékou subió al poder con un golpe de estado en 1972, acabando con un gobierno triunvirato que había en la época, con tres presidentes que gobernaban el país en paz uno tras otro, cada dos año. En 1974, Kérékou dejándose de chorradas, adoptó el marxismo-leninismo como corriente político, cambió el nombre del país de Dahomey a Republica Popular de Benin, prohibió los partidos políticos y se proclamó dictador.
En 1990, del 19 al 28 de febrero, tuvo lugar la Conferencia de las Fuerzas Vivas de la Nación y una corriente democrática agitó el país. El ambiente era mudo, aunque tenso. Todos sabíamos que se avecinaba algo muy delicado, una transición que podría ser complicada. Se disolvieron las antiguas instancias revolucionarias, se creó un Órgano Legislativo y se adoptó una nueva Constitución. Y el país pasó de la revolución a la democracia. Así.
El 21 de marzo de 1991, se convocaron unas elecciones democráticas en las que Kérékou perdió y ganó el gran Nicéphore Soglo, el entonces primer ministro de la transición, ex inspector de Hacienda designado por su primo el coronel Christophe Soglo. Durante todo su mandato, Nicéphore contribuyó en el levantamiento del país en muchos aspectos pero lo más remarcable fueron los adoquines que puso en gran parte de la ciudad. Hoy en día, aún se le recuerda por esto. Es que fueron los primeros adoquines de nuestra historia.
En 1996, se convocaron otras elecciones en las que se volvió a presentar el antiguo dictador Kérékou quien ganó, derrotando a Nicéphore. Hoy en día Kérékou es considerado el único dictador que se ha convertido en demócrata. Esas cosas sólo pasan en el Antiguo Dahomey.
En 2001, los dos líderes se reencontraron para la lucha por los votos. “La esfera de influencia presidencial” de Kérékou, que no tenía partido y el partido del “Renacimiento de Benin” de Nicéphore Soglo.
Los dos líderes formaban con otros noventa y tantos partidos, la incalculable cifra de partidos políticos que aún siguen en aumento en el país. Partidos que militan para ganar el máximo de votos posibles en hacerse un hueco en el corrupto poder.
Y empezó la campaña electoral.
Durante las campañas en el Dahomey, se respira un ambiente festivo. Hay una efervescencia y un zumbido creciente en el aire y todo el mundo tiene un fuego interior, con los ánimos a tope preparándose para el gran día. Las mujeres están más guapas, los hombres más sonrientes, los niños más cantarines y los pájaros más ligeros. Hay actividades por todas partes. Repartos de regalos por todas partes, “stands” en cada esquina, con gente gritando en altavoces canciones o lemas de sus partidos. Y hay desfiles cada día, a pie, en moto, o en coche, de afiliados de cada partido, cantando, pitando, gritando, llamando al voto con todas las promesas de su bando. La gente va corriendo de meeting en meeting, cantando canciones particulares de cada partido. Procesiones enteras de gente, hombres y mujeres bailando a ritmo frenético de tambores y orquestras con las camisetas de los partidos. Pitidos, cantos, gritos alegóricos, risas, de todo… Todo el mundo está en el ajo y cada uno defiendo fieramente su partido con lemas originales y canciones pegadizas a más no poder. Es todo un acontecimiento.
Los líderes por su parte, reparten a parte de promesas de un país mejor, camisetas con escudos del partido, sacos de arroz, sacos de garbanzos, gorras, fajotes de billetes, gafas de sol, flyers, patatas, sacos de maíz, móviles, sujetadores y bragas con la cara del líder estampada en las zonas más sútiles… Es que claro, cada país tiene su necesidad en función de votos. Y los simpatizantes, los afiliados, cogen los regalos prometiendo sus votos. Tengo que decir que en el Dahomey, la gente se afilia secretamente a varios partidos. Se afiliaban a uno de los dos líderes y después a otros minoritarios. No hay ningún control. La idea era que si todos los partidos regalaban billetes, comida y más, pues tonto era el que no se afiliaba a todos. Para los que no lo entienden, pues no os comáis el coco. Es cosa de negros. Estas cosas pasan allí. Es cosa de Dahomeenses. "¿Qué más da la ideología delante de tantos regalos, si al final sólo tu sabes que votas?"
Cuando iba un líder a hablar en un pueblo o en un barrio, la gente empapelaba todo el pueblo o el barrio de pancartas de su partido porque venía cargado de regalos y cuando acababa su discurso, una unidad de limpieza arrancaba todo y empapelaba todo otra vez con las pancartas del siguiente líder visitante. Una mercantilización de los votos con un poco de acting organico, impecable y digno de un Oscar, haciendo creer al líder que es único en el corazón de sus votantes.
En aquel 2001, la cosa fue bestial. En todas partes sólo se hablaba de lo mismo. En los bares, en las escuelas, en los taxis... Toda la población estaba movilizada. Sentarse delante de casa viendo pasar el gentío, era casi lo mismo que ver un reality show o incluso para los cultos, era como vislumbrar en persona la obra “La plaza”. Por todas partes se veían simpatizantes entre los cuales destacaban en número, los de los dos partidos líderes. El partido de Kérékou y el de Soglo. Los “fans” de Kérékou gritaban “Kekereke” y los de Soglo “Huezehue – yan”. Era como una fiesta día tras día.
... (A suivre: Elecciones con tongo 2 )
http://yaivi.blogspot.com/
La derivada racista de la DANA
Hace 1 semana
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